Una nueva alerta naranja obliga a interrumpir la reparación de los daños en las Esclavas

Una nueva alerta naranja obliga a interrumpir la reparación de los daños en las Esclavas

Una nueva alerta naranja azotó ayer la ciudad con olas de una altura de más de cuatro metros, obligando a interrumpir los trabajos de reparación de los daños que había causado la última alerta roja en la explanada de las Esclavas. El temporal había activado la alerta a partir de las tres de la tarde y se prolongó hasta las seis de la madrugada, pero el momento de mayor virulencia del oleaje fue entre las cuatro y las cinco de la tarde, cuando todavía la marea no había comenzado a descender, y las fuertes corrientes volvieron a levantar murallas de espuma al chocar contra las rompientes.
En realidad, la alerta estaba programada para las tres en algunos lugares de la costa, pero en A Coruña se activó más cerca de las cuatro de la tarde. Además, el hecho de que la marea bajara durante la tarde ayudó a evitar que hubiera daños. Solo en una ocasión las olas legaron hasta el Paseo, a la altura de la Coraza, aprovechando que la duna de Riazor, la principal defensa del Paseo en esa zona, se encontraba ya muy debilitada por anteriores temporales.

Los obreros tuvieron que abandonar la zona de las rompientes de las Esclavas cuando comenzó la alerta naranja, pero pudieron trabajar en otras zonas de la explanada, que vigilaban efectivos de Protección Civil y Policía Local. Mientras tanto, los bomberos mantuvieron una dotación en la Coraza, miembros del Grupo de Rescate Acuático (GRA), en previsión de que alguien ignorara el precinto policial que prohibía el acceso a todos los arenales.
No es raro que algunos aficionados a la fotografía se acerquen más de la cuenta para tratar de sacar una imagen con sus móviles. Pero en esta ocasión no se produjo ningún incidente, y a partir de las seis de la mañana, se pasaba a alerta amarilla, así que la vigilancia se pudo relajar a medida que pasaron las horas y la marea se retiraba.

Refugio en el puerto
Mientras en tierra la situación estaba controlada, el estado de la mar obligó a dos plataformas flotantes a buscar abrigo del viento y el fuerte oleaje, ya durante la mañana, así que solicitaron refugio a la Autoridad portuaria.
Se trataba de dos estructuras colosales, un dique cajonero y una pontona, que se encontraban realizando su travesía en puntos cercanos al puerto herculino y cuyos responsables decidieron tomar precauciones ante las alturas de ola registradas, que llegaron a superar los seis metros.
Como es habitual, ambas plataformas fueron asistidas por los servicios de remolcadores del Puerto, en coordinación con el servicio de prácticos, y se les dio entrada al muelle de San Diego, donde permanecieron atracados durante el resto del día a la espera de que mejorara al tiempo.
El dique cajonero, “Sato Levante”, es una estructura de 57 metros de eslora que se utiliza para realizar obras portuarias. En cuanto a la pontona “UR 2 Grimstad”, su eslora es de 92 metros y se trata de una plataforma destinada a desplazar grandes cargas de materiales o estructuras.

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