Dos nuevos desalojos reducen Penamoa a seis chabolas situadas al borde de la Tercera Ronda

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A.P. > a coruña
  Con la demolición de ayer, en la que se desaparecieron dos infraviviendas, una de ellas deshabitada, Penamoa ha quedado reducida a poco más de media docena de chabolas rodeadas de escombros en un margen de la Tercera Ronda, aunque eso no quiere decir que su población haya descendido: la familia Silva permanecerá al lado del lugar donde se levantaba hasta ayer su vivienda. Según ellos, no tienen a donde ir.
“Nos vamos a quedar aquí hasta el domingo al mediodía o la noche. Luego nos iremos, que le di mi palabra a la Policía Local”, explicaba María Jesús Silva. Los muebles ya estaban dispuestos al aire libre como si aún estuvieran dentro de una sala de estar, a pesar de que el cielo, nublado, amenazara lluvia. “Ya me compré un cacho plástico para meterme dentro”, comentó Silva. Ella y su marido, su hija, el esposo de esta y sus nietos.
Tampoco es el primer desalojo por el que pasan: el pasado 21 de marzo ya tuvieron que abandonar su hogar antes de que cayera bajo la pala excavadora. Por aquel entonces también pasaron unos días de acampada hasta que decidieron hacinarse todos en el galpón que derribaron ayer.

Una solución >
“Le pedimos una solución al alcalde, necesitamos un lugar para vivir. En Lugo han echado a bajo las chabolas pero dan viviendas –insiste Silva–pero aquí no ¿Por qué?”. El cambio de gobierno municipal despierta en los pobladores de Penamoa la esperanza de una negociación, de que se lleve a cabo un nuevo plan de integración. Con esa esperanza hay varias ONG que están tratando de concertar una cita con el nuevo concejal de Servicios Sociales, Miguel Lorenzo, para tratar de hallar una solución.
Pero también hay quien desea que todo acabe cuanto antes, porque esperan que con la desaparición de las chabolas se esfume también el problema de tráfico de drogas que hizo tan célebre al poblado durante años. Es el caso de  la plataforma Ventorrillo Desmantelamiento Penamoa.

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