Reportaje | El infinito placer de leerle un cuento a una golden retriever

Reportaje | El infinito placer de leerle un cuento a una golden retriever
Laura y Nora viven desde hace tres años en la ciudad

No es la primera vez que Nora pisará la biblioteca González Garcés. La perra golden creció rodeada de niños. La adiestraron para que las sillas de ruedas y los gritos de los renacuajos formaran parte del paisaje porque su misión en el mundo es pasárselo bien junto a Laura, su dueña, pero también servir de terapia a mayores. Y a niños, que van ilusionados a la cita. El 22 de septiembre, el centro de Elviña vuelve a convocarlos a las 12.00 horas. Se trata de un programa de lectura “Perros y Letras”, que viene exportado de otra biblioteca en Utah, donde empezaron a experimentar la lectura en voz alta con los canes como espectadores.
Al resultado le llamaron R.E.AD. y en la actualidad viaja por todo el mundo subiendo la autoestima de los locos bajitos, que cogen un libro de las estanterías y se ponen al lado de Nora a leérselo. La mascota interrumpe al orador de dientes de leche con la patita o moviendo la cabeza. Laura hace de intérprete y les traslada a los narradores las dudas que tiene la perra sobre el significado de alguna palabra o claves del cuento. Así que ellos se lo aclaran y los dos, Nora y cuentacuentos, se hacen colegas en segundos.
La primera está encantada porque le encantan los niños, cuenta su guía, y los segundos se dan cuenta de la capacidad que tienen para explicar cuestiones y se acercan a las historias con tapas: “Nora les escucha atentamente” y para que interactúen, la perra levanta la mano, en este caso, la pata, y pregunta. Mientras que no les toca su turno, los participantes realizan talleres relacionados con el mundo canino: “Hacen dibujos que muchas veces le regalan a la perra o marcapáginas”.
Desde prelectores a chavales de hasta doce años, todos disfrutan los efectos secundarios de un momento que también se organiza para los mayores y adolescentes. En este caso, no solo se les motiva para que lean, sino que “con el tiempo, los asistentes escriben cosas para leérselas”. Nora va camino de los seis años y desde los dos meses, está con Laura entrenándose para ser la mejor de las aspirinas porque, entre otras, cosas, estar a su vera relaja. Aunque Nora es viveirense, las dos viven en A Coruña desde hace tres años. Además de la biblioteca, trabajan en colegios dentro de programas más específicos con objetivos marcados.
El año pasado entraron por la puerta de un instituto: “Andamos todo el día juntas. Es una condición del perro con guía, tenemos que tener el control absoluto y mucha complicidad con el animal”.
Y es que a estas alturas, Laura sabe cuando Nora se estresa. Conoce todos sus gestos y reacciona. Le echa un cable para que la sesión funcione. Y salgan chispas entre ambos. El niño sonríe y ella, mueve el rabo. l

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