Un clan de Penamoa deja el edificio de A Silva tras aumentar la presión policial

Un clan de Penamoa deja el edificio de A Silva tras aumentar la presión policial

La presión policial comienza a dar sus frutos frente a la ocupación del edificio Residencial Finisterre, en A Silva, donde desde ayer se han multiplicado los furgones y coches patrulla del 091. La razón de este incremento de la actividad es que la titular del juzgado número 2 ha ordenado reforzar el número de agentes en el dispositivo de vigilancia: quince en el turno de día, quince en el de tarde y siete en el de noche. El cerco es tan estrecho que está empezando a hcaer mella entre los chabolistas, y los integrantes del “clan de los portugueses” (compuesto por unas cinco familias) ya han abandonado el inmueble. No se descarta que los siguientes en amarcharse del edificio sean los de la Tomates, en lo que se interpreta como las horas previas a un desalojo forzoso por orden judicial.

“Ojalá sea así”, deseaba la presidenta de los vecinos de O Ventorrillo, Rosa Barreiro: “Es muy bueno que se vean más policías allí para que estorben a esta gente y les fuercen a irse”. La táctica está dando resultado e incluso los propios chabolistas, que en un principio aseguraban que estaban de acuerdo con la presencia policial para que se pudiera comprobar que no tenían intención de traficar con drogas, reconocen que los continuos controles a los que se tienen que someter para acceder al inmueble les agobian.

El sistema es muy simple: cada vez que alguien trata de acceder al edificio, dos agentes le abordan y le piden que se identifique. Comprueban que se trata de uno de los chabolistas ocupantes de las viviendas y que figura en el censo que manejan, en el que figuran cada habitante del Residencial Finisterre y todos sus parientes. Si es uno de estos últimos también le dejan pasar después de identificarlo igualmente. Y eso es todo.

 

Identificación > Sin embargo, un control tan constante está minando la moral de los chabolistas. “A mí me piden el DNI cada vez que salgo y que entro”, reconoce Pablo, de 42 años, que perdió su documento hace cuatro “cuando me tiraron la chabola abajo con la televisión, la ropa y todas mis cosas”. Aunque admite que a estas alturas debería haber renovado el DNI, nunca lo ha hecho, y se ve obligado a llevar un fajo de papeles para identificarse.

“Están todo el tiempo aquí –explica su hermano– y también por la noche. Cuando se van unos es porque vienen otros: se van a las doce y vuelven a las cuatro”. De momento, esta intensa vigilancia policial no ha dado como fruto arrestos por drogas, pero sí cuatro por presuntos robos de objetos de metal.

La primera de las detenciones se practicó el día 7 de este mes. Los arrestos tuvieron lugar después de que una vecina observara cómo salían de uno de los portales del Residencial Finisterre, y se especula con que fue una de las propias okupas del edificio quien dio la voz de alarma, aunque este extremo no ha sido confirmado.

La testigo vio como cada uno de ellos llevaba un radiador, y llamó al 091, que llegó a tiempo de detener el coche en el que pretendían marcharse.

 

Población flotante > Con laq salida de “los portugueses”, el censo inicial de 52 viviendas ocupadas se ha visto reducido, aunque hasta el momento no ha trascendido cuantos pisos ocupaban estas cinco familias.

Fuentes policiales interpretan que la orden de la jueza de reforzar la vigilancia policial tiene como fin, además de presionar a los “inquilinos” preparar el asalto al edificio para su desalojo. La decisión podría ejecutarse en cualquier momento, tras consultar a las fuerzas ya desplegadas en el entorno del edificio.

 

Un clan de Penamoa deja el edificio de A Silva tras aumentar la presión policial

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