Unos barrenderos desactivan un explosivo ante una oficina de empleo

Unos barrenderos desactivan un explosivo ante una oficina de empleo
CORUÑA

Tres empleados de Cespa apagaron ayer la mecha de un artefacto explosivo que había sido colocado en la entrada de la Oficina de Apoio ao Empregador de la calle de Victoria Fernández España. Minutos más tarde, el lugar se llenó de policías locales y nacionales, incluidos agentes del Tedax, que se hicieron cargo del explosivo: varios botes de aerosol y cartuchos de pólvora atados dentro de una bolsa. El artefacto habría sido colocado allí por miembros de un “movemento de corte anarquista”, según el delegado del Gobierno, Samuel Juáez.

El delegado del Gobierno apunta a “movimentos de corte anarquista” como los autores del ataque

“El agente del Tedax nos dijo que a las mechas les quedaban dos minutos”, asegura José Manuel Barrero. Él, Emilio Parga y Alberto Sánchez Rodríguez bromeaban sobre su experiencia pasado el peligro. “Porque, cuando nos lo dijeron, sí que nos dio el bajón”, reconoció Parga. A ellos les advirtió una anciana y un hombre que se dedicaban a dar de comer a los gatos de la zona, y que fueron los que descubrieron una bolsa de plástico que humeaba en la entrada de la oficina de la Xunta. Estaban recogiendo la basura de un contenedor en la calle del Hospital cuando les abordaron. “Nos dijo que allí había algo que estaba prendiendo”, recuerda Parga.

Los dos amantes de los felinos había sacado la bolsa del lugar donde la habían encontrado hasta la calzada. Sánchez, que es el chófer, esperaba dentro del camión mientras sus compañeros examinaban el paquete. “Yo le dí con el pie y basculó”, afirma Barrero. Entonces vieron los aerosoles y los cartuchos de pólvora y nada menos que cinco mechas ardiendo. “Esto no es cachondeo, que es una bomba”, exclamó Parga.

 

De un tirón > Barrero comenzó a pisotear las mechas frenéticamente, pero no se apagaban. Se agachó y arrancó dos de un tirón: “Entonces la señora se nos acercó y nos dijo que tenía una botella de agua para los gatos”. Con el líquido humedecieron las otras mechas y pasó el peligro, aunque quedó en el aire la cuestión de qué hacer con la bomba.

Cuando la acercaron al camión de recogida, Sánchez les hizo entrar en razón: “¿Cómo venís con eso aquí, que puede explotar?”. Ellos tenían que seguir trabajando, así que confiaron los explosivos a los amantes de los gatos, que esperaron hasta que llegó la Policía. Tuvieron que regresar quince minutos después al lugar de los hechos para prestar declaración. Fue entonces cuando el agente del Tedax les dijo lo cerca que habían estado de la muerte y alabó su valor. Una opinión que no compartían las esposas de los operarios de Cespa cuando llegaron a casa: “Nos dijeron que éramos tontos”.

Unos barrenderos desactivan un explosivo ante una oficina de empleo

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