Una pandilla de jóvenes menores de edad mantiene atemorizado al barrio de Riazor desde hace semanas por los numerosos actos vandálicos que ha protagonizado. Los afectados del entorno de la plaza del Maestro Mateo están cansados de la situación y cada vez recurren más a los agentes, tanto de la Policía Local como de la Nacional, para intentar eliminar los constantes abusos que los menores cometen, sobre todo, contra los residentes.
La apertura de una hamburguesería junto al Gadis de la calle de Alfredo Vicenti hace escasos meses movió a todo un grupo de gente joven hasta la zona. Sin embargo, lejos de estar contentos con la vida y la clientela que ha llegado al entorno, los comerciantes aseguran que el ambiente se ha ido enrareciendo cada vez más. Si al principio la pandilla simplemente pasaba el rato, ahora ha tomado la zona como propia a base de vandalismo.
“Se han empezado a sentir cómodos porque la acera es ancha, como una plazuela, y con bancos y se dedican a hacer gamberradas y meterse con la gente”, denuncia la presidenta de la Asociación de Comerciantes de Riazor, Nelly Rey, que ha intentado ponerse en contacto con el Gobierno municipal esta misma semana.
A la espera de que en María Pita la atiendan –en la misma situación se encuentran su homólogo en la Asociación de Vecinos de Riazor-Estadio, Pedro Méndez– junto con otros muchos empresarios y residentes han logrado un control relativamente habitual de los agentes.
No obstante, parece que esta solución tiene validez solo a medias “porque incluso se burlan de los policías y cuando se marchan siguen a lo suyo”. En ese contexto, tanto Rey como Méndez hablan de jugar a dar “balonazos a los escaparates, lanzar las pelotas a las ventanas de los pisos, llamar a los telefonillos cuando los balones se quedan en las terrazas...”.
Una de las últimas acciones de los jóvenes ha sido hundir el techo del kiosko que hay en la zona y dejarlo sin luz. Además, denuncian que dejan toda la vía pública sucia y se dedican a “liar porros y fumar en plena calle”. Sin embargo, lo que más molesta es el acoso de los viandantes. “Son un grupo de entre 10 y 20 personas que han empezado a tomarla con la gente mayor”, lamenta el representante vecinal.
Según Méndez también lanzan balones para darle “a vecinos que pasan con bastones, muletas o andadores” o intentan aturdirlos y ponerlos nerviosos corriendo a su alrededor.
De cara al comercio, resultan perjudiciales para la clientela. Se sientan en las entradas y no dejan pasar a los consumidores. Después de identificarlos en varias ocasiones, la Policía le ha transmitido a los vecinos “que llamará a los padres para avisarlos de que el comportamiento de sus hijos conlleva sanciones de entre 600 y 3.000 euros”.