Luiz Inácio Lula da Silva había previsto llegar a las elecciones como aspirante a la Presidencia de Brasil, pero la justicia y el destino le tenían guardados otros planes. Ayer, el mismo día en que los brasileños fueron a las urnas, el expresidente más popular del país cumplió seis meses en prisión por corrupción.
Las elecciones más imprevisibles desde que Brasil recuperó la democracia en 1985 se caracterizaron por la polarización entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el socialista Fernando Haddad, sucesor de Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT).
Por su parte, las autoridades brasileñas registraron 619 crímenes electorales hasta la media jornada de las elecciones, por los que fueron detenidas 161 personas. Al cierre de esta edición, todavía no se conocían los resultados de los comicios, para los que estaban convocados 147,3 millones de votantes. l