España recordará la masacre que unió a los políticos unos días y llevó al rey a manifestarse

España recordará la masacre que unió a los políticos unos días y llevó al rey a manifestarse
Miles de ofrendas cubren el suelo de las Ramblas tras el atentado | aec

Los atentados yihadistas de Cataluña llevaron a la clase política a dejar a un lado por unos días sus discrepancias, acentuadas por el plan de la Generalitat de celebrar un referéndum el 1 de octubre, y al rey a participar, por primera vez en democracia, en la manifestación de condena de la masacre.
El dolor por las dieciséis personas fallecidas y el centenar de heridos que dejaron los ataques en Barcelona y Cambrils (Tarragona) llevaron a los Gobiernos español y catalán y a los dirigentes de otros partidos a cerrar filas para expresar su repulsa por el golpe provocado.

Un debate enconado
Desde semanas antes, el debate se había enconado por el empeño del entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de convocar una consulta para que los catalanes se pronunciaran sobre la independencia.
En la víspera de los atentados, la Mesa, con Carme Forcadell a la cabeza, acordaba posponer a septiembre la tramitación de la proposición de ley del referéndum de Junts pel Sí y la CUP.
El malestar de los secesionistas por la situación de querellados de cinco de los miembros de la Mesa aplazaba una medida de la que el exjefe del Gobierno Mariano Rajoy había advertido que sería recurrida ante el Tribunal Constitucional por representar “una nueva patada al sistema democrático”.
La escalada de tensión en la relación entre Moncloa y la Generalitat se interrumpió en seco con la noticia de los atentados en Las Ramblas.

Unidad institucional
Rajoy se desplazó de inmediato a Barcelona con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, e hizo un llamamiento a la unidad institucional para “trabajar juntos” y “como un equipo” con la Generalitat con el fin de detener a los autores de la tragedia y generar confianza.
Un mensaje respaldado por el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para quien la unión de todos los partidos debía estar “por encima de ideologías y creencias”.
“Entre todas las instituciones y ciudadanía doblegaremos a los que intentan confrontar civilizaciones con el uso de la violencia”, dijo en la misma línea Carles Puigdemont.
Dos días después, esa unidad se reflejó en el minuto de silencio que se guardó en la Plaza de Cataluya de Barcelona, en una concentración que encabezó Felipe VI con Rajoy y Puigdemont.
A ellos se sumaron Sánchez, los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y de Ciudadanos, Albert Rivera y Forcadell, en una plaza abarrotada por miles de ciudadanos bajo el grito unánime “No tenemos miedo”.
Don Felipe, junto a doña Letizia, prolongó su estancia en Cataluña al día siguiente para visitar en dos hospitales a varios de los heridos, participar en una ofrenda floral y firmar el libro de condolencias en el Ayuntamiento de Barcelona.
Con el esclarecimiento de la autoría de los atentados como prioridad, la clase política se situó en un segundo plano y se citó el día 26 para promover una gran marcha en la capital catalana en solidaridad con las víctimas.
Por primera vez en democracia, el rey participaba en una manifestación –lo hizo como príncipe en 2004 tras los atentados del 11-M– de la mano de Rajoy, Puigdemont, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, , todos en segunda fila para ceder el protagonismo a las fuerzas de seguridad y los servicios de emergencias. l

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