El sector comercial es uno de los más perjudicados por la pandemia y la actual situación marcada por las restricciones. En la calle Barcelona, uno de los centros neurálgicos de establecimientos de proximidad, la actividad funciona a día de hoy entre el 50% y 60% en comparación con el año pasado. Así lo indica el presidente de la Asociación de Comerciantes Calle Barcelona-Agra, José Manuel Castro. “No deberíamos de quejarnos tal y como están las cosas, porque siempre hay sectores que sufren un poco más que otros”, explica.
El ambiente general no es de euforia, pero tampoco es pesimista. “A veces funcionamos al 50% y otras al 60%, pero no hay esa alegría en los comercios por las compras, por lo que nos vamos defendiendo como podemos, y eso es algo en lo que los comerciantes de todas las zonas de la ciudad estamos de acuerdo”, sostiene. Si bien hay días en los que se ve más afluencia de gente que otros, las rebajas representaron, al menos durante el comienzo de verano, un soplo de aire fresco. “Las rebajas funcionaron al principio de julio, pero llegando a final de mes el bolsillo está peor y las ventas se resienten. Ahora en agosto, con las segundas rebajas, esperamos que se pueda conseguir algo más”, reconoce.
Los comerciantes de la calle Barcelona ya miran hacia el futuro y se encuentran en desarrollo de ideas que salven una de las campañas más importantes del año: la de Navidad. “La asociación está centrada en esta campaña para que las navidades no sean tristes y poder hacer algo atractivo tanto para el comercio como para el comprador”, asegura José Manuel Castro.
Menos aforo
Las restricciones impuestas por la Xunta han perjudicado al comercio al ver reducido su aforo al 50%. Esta situación, sumada al mal tiempo de esta última semana, provoca largas colas en los comercios y una pérdida de clientes. “La gente tiene que esperar fuera y si hace mal tiempo no aguanta, por lo que pierden la paciencia y se marchan”, comenta el presidente de la Federación Unión de Comercio Coruñesa (FUCC), José Luis Boado. Desde el sector no pierden la esperanza de que la situación mejore, pero la incertidumbre reina en el día a día. “Hay miedo de que en enero, cuando se acaben los ERTE y los fondos ICO, se produzcan numerosos cierres por no poder hacer frente a las deudas, ya que ahora mismo el comercio está sobreviviendo, pero no es capaz de saldar lo que deben”, insiste.
Otro de los factores que influye en el bajón de ventas, según apunta Boado, es la nula presencia de turistas internacionales y la cancelación de las fiestas. l