Reportaje | El camino que realiza el agua para llegar a todos los hogares coruñeses

Reportaje | El camino que realiza el agua para llegar a todos los hogares coruñeses
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El agua realiza un largo viaje cada día para llegar a las casa de todos los coruñeses: desde que llega al embalse de Cecebre y pasa por la planta de tratamiento de A Telva,  hasta que es enviada a los distintos depósitos y llega a 391.669 personas a través de la gran red de tuberías de la ciudad y su área metropolitana. 
Todo comienza en el gran embalse de Cecebre, al que abastecen los ríos Mero y Barcés. Según la época del año, el embalse tiene unos niveles máximos y mínimos a los que hay que adaptarse y Emalcsa es la empresa encargada de regularlo. Durante el invierno, no está permitido tener el nivel alto. Esto se debe a que en el caso de que llueva en exceso, el embalse debe tener la capacidad suficiente de almacenamiento.
Desde el mes de abril, está permitido llenar la presa hasta el 95% de su capacidad. El jefe del departamento de Tratamiento de Agua de Emalcsa, Román Maceiras, detalla que “estos días está rondando el 93%. Lo ideal sería esta cifra todo el verano, pero inevitablemente, baja algo”.
Tras salir del embalse, el agua llega a la planta de tratamiento de A Telva, donde es captada y tratada para convertirla en apta para el consumo humano. La planta de A Telva “trata de media 1.200 litros de agua al segundo” afirma Maceiras. 
La primera parte de este proceso por el que pasa el agua es el desbaste, en el que se separan los elementos más gruesos como ramas y hojas a través de unas rejas. Después de esta primera parte comienza el proceso químico en los decantadores. Allí se le añade policloruro de aluminio. Esto sirve para realizar la coagulación y floculación. Así, en el agua comienzan a formarse una serie flóculos (grumos de materia orgánica formados por agregación de sólidos en suspensión), por lo que toda la “suciedad” del agua se pega, coge peso y baja al fondo del decantador. 
El agua limpia que se queda en la parte superior de los decantadores se desplaza, gracias a un sistema de recogida por desbordamiento, hasta el lugar donde se somete a la siguiente parte de la cadena, la filtración. Aquí, el agua ya decantada se hace pasar a través de un lecho de arena seleccionada, garantizando así la correcta clarificación final. 
El último paso en el tratamiento es la cloración. Maceiras asegura que este es “uno de los procesos más complicados, ya que es un producto muy peligroso”. Con este producto se garantiza sanitariamente el consumo. La dificultad está en que tienen que asegurarse de que “el agua no sobrepasa los niveles máximos de cloro en el primer lugar al que llega, pero que conserva el mínimo necesario en la última tubería de A Coruña”, dice Maceiras. 
Tras su última parada en la planta de tratamiento de A Telva, el agua se bombea “hacia los 18 depósitos de regulación, en los que se almacena el agua hasta que es demandada”, según aseguran desde Emalcsa. Desde la captación de agua hasta que se envía a los depósitos pueden pasar tan solo algo más de dos horas. Para garantizar la calidad del suministro, se realizan análisis en los depósitos, en la red y en el propio grifo del consumidor. 
De hecho, desde Emalcsa afirman que en 2017 “se realizaron más de 1.500 análisis de la calidad de agua en el sistema de abastecimiento de la ciudad”. 
Tras estar almacenada en los depósitos, el agua se desplaza a través de los 562 kilómetros de tuberías que se utilizan para el transporte del agua. 
“En A Coruña, el consumo de agua por habitante y día es de 130 litros, diez menos que en 2007. Oslo emplea 197. Lisboa, 159. España, de media, 142”, según informan desde Emalcsa. Una vez utilizada el agua por los consumidores, ya sean hogares o industrias, el último paso será el saneamiento y depuración del agua con el objetivo de vertirla al mar. 
Para ello, la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Bens tiene encomendado el servicio de depuración de las aguas de los ayuntamientos de A Coruña, Arteixo, Cambre, Culleredo y Oleiros. Por esta estación “pasan 150 millones de litros de agua al día”, asegura el director general de Edar Bens, Carlos Enrique Lamora Suárez. Las aguas residuales llegan a la EDAR a través de los túneles de Elviña y Riazor y pasan por un primer proceso de tamizado, para eliminar los residuos sólidos.
 Lamora dice que “el año pasado se sacaron casi 300 toneladas de grasas y productos como toallitas, bastoncillos o compresas”. A continuación, el agua se somete a un tratamiento biológico (inyección de oxígeno), una decantación y una desinfección a través de rayos UV. El fango se separa y se somete a un tratamiento para convertirlo en apto para la agricultura o la combustión.
Por último, el agua, una vez depurada, se vierte al mar a través de un túnel de 900 metros de longitud con catorce difusores que diluyen el vertido para respetar el medio marino.

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