José Ramón, un pintor coruñés que superó las sombras de una ceguera repentina

El pintor José Ramón analiza su extensa carrera, de la que está orgulloso por haber podido vivir de su arte durante más de sesenta años en los que ha sido padre de cinco hijos, y cuenta cómo evolucionó su paleta al perder por completo la vista y tras haber tenido una recuperación casi milagrosa.

José Ramón nació en A Coruña en 1939 y experimentó, señala en una entrevista con Efe, "una vocación pictórica que nace a muy temprana edad", pues ingresó a los once años en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos -hoy llamada Pablo Picasso-, donde siente las influencias de artistas como Lolita Díaz Valiña y otros pintores de la ciudad, antes de obtener su título de dibujante.

"Después sigo mi trayectoria dedicándome al arte de la pintura, tengo una gran angular, abarco todos los temas porque cuando te consagras a un arte tienes que estar muy preparado para poder vivir de él, que sea un alimento para ti, es una entrega absoluta", declara en su galería, situada en el número cinco de la coruñesa calle Santiago, en la Ciudad Vieja.

En el momento actual su obra ha alcanzado la "abstracción" y cuando llega a ella decide "no continuar en ese camino absoluto" y quedarse "con una fusión entre la figuración geométrica y la abstracción" que se aprecia en los fondos de todos sus cuadros.

Precisamente esto se puede observar en su exposición 'La Alegría del Color' que se puede visitar en la Casa de Galicia en Madrid durante todo este mes y que él mismo califica de "figurativa y a la vez abstracta".

José Ramón se define como un "pintor ecléctico" que consigue que "cada cuadro tenga un mensaje individual" y vaya "cargado de una luminosidad que está sorprendiendo" y que caracteriza un estilo al que Antonio Masdías, de la Asociación Nacional de Críticos de Arte, llama "propio e indiferente a una escuela y movimientos determinados", con un "sello individual".

Relata José Ramón que "el pintor, como el músico o el escritor, tiene deformación profesional" puesto que "va por la calle y está viendo formas y colores, siempre está trabajando, su mente siempre está creando, y ése es el gozo de la profesión".

"Estoy orgulloso -prosigue- de haber podido vivir de mi arte sin tener que emigrar. Estoy casado y con cinco hijos. No quise dedicarme a la enseñanza, todo lo que era conseguir un sobre que me apoyara económicamente lo evité en aras de la entrega plena a mi trabajo. Tiene que ser dedicación completa, con todos los riesgos que trae", apunta.

Califica su obra como "alegre y optimista", ya que consigue que "al público, al ver la obra, se le suba la moral" sin plantearle las "guerras y desastres" que suceden día a día y centrándose siempre en la belleza y el color.

"En la pintura abstracta se trabaja en una idea, que no es figurativa, se trata de impresiones de color, fusiones de color. Cada obra mía tiene que contar su historia, tengo que crear el personaje, encontrarlo y llevarlo a mi pintura. Eso nace de la vida misma, paseando. Todo eso lo traduzco a un mensaje actual, un mensaje que hable a la gente de hoy", subraya.

A lo largo de su carrera ha visto cómo los jóvenes "han reaccionado" y se han mostrado encantados con su obra, algo que le ha hecho sentirse muy "satisfecho", pues lleva 45 años en la galería donde todavía continúa y en la que no todo han sido luces, pues tuvo ciertas sombras cuando perdió la visión.

"El proceso fue muy duro. Siempre he tenido una miopía, con el tiempo se agudizó hasta los límites máximos. Para más problemas surgió el astigmatismo en grado agudo. Además yo viajaba, llevaba mi obra de un lado al otro y un buen día por la autopista me encontré con que todo se veía negro por un desprendimiento de retina. Luego, unas cataratas incipientes", comenta.

Entonces llegó lo que él denomina en broma "el colmo de un pintor", pues en aquel momento le encargaron "decorar la ONCE" -que hoy tiene toda su obra- y "la providencia, que es una maravilla" le "hizo aprender de esas personas muchos trucos y recursos que ignoraba" y que le hacen darse "cuenta de que los ciegos ven".

No todo terminó ahí, pues el doctor Juan Tábara lo operó en A Coruña y le dijo "que iba a volver a ver como cuando tenía once años" y lo consiguió, dado que ya conduce sin gafas y ve "extraordinariamente bien".

"De ahí viene el cambio en mi paleta al poder apreciar los colores y las formas, que son reflejo de lo que pinto hoy", deja claro este artista que ha pintado a alcaldes en el Ayuntamiento de A Coruña, ha diseñado el libro de oro de la ciudad, y ha trabajado para la Cámara de Comercio, el Colegio de Abogados y un sinfín de instituciones. EFE

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