El acusado de un atropello intencionado alega que “no tiene nada” en contra de la víctima

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  a.b. > a coruña

 Lo único que admite recordar el hombre llevado a juicio en la Audiencia Provincial sobre el atropello que ayer lo sentaba en el banquillo de los acusados es un golpe que le fracturó la ventanilla del copiloto y el espejo retrovisor: “Fui consciente de que sentí un ‘hostiazo’ en el coche, pero pensé que era un palo”. Lo que golpeaba, en realidad, era el cuerpo de un conocido suyo, vecino como él de la Costa do Carrizal, en Coristanco, que fue arrollado por el vehículo del acusado cuando salía de casa a primera hora de la mañana del 28 de octubre de 2009.
Al perjudicado, el suceso casi le cuesta la vida y a su responsable puede llevarle a pasar hasta 11 años entre rejas, tal y como reclaman la Fiscalía y la acusación particular, si bien este niega que hubiera intencionalidad. Asegura que su relación con la víctima era “normal” –“no tengo nada contra él”, afirmó– y justifica el haber pasado a esas horas –en torno a las siete– delante de la vivienda con que la suya está muy próxima.
Si el conductor afirma que el abuso de cocaína y heroína durante aquella jornada le impide recordar los detalles de lo ocurrido, las acusaciones descartan que el accidente sea tal y lo culpan de un intento de homicidio, al vincular el suceso con la relación sentimental que víctima y acusado habían mantenido con la misma mujer. La misma que aquella mañana recibió una llamada en la que el procesado le advertía de que su exnovio yacía “muerto en la carretera”.

Llamada > “No sé si fue su compañera, vivió con tantos que no sé ni con quién vivió”, comentó ayer ante el tribunal de la sección segunda de la Audiencia el acusado, que niega la relación entre el atropello y la vida sentimental de su exnovia .
También descarta haber efectuado la llamada de teléfono, que sí recuerda, al menos en parte, la testigo. “Me llamó triste, agobiado, consciente de que lo había atropellado”, rememoró la mujer, quien apenas dio más datos sobre la conversación telefónica, que el acusado pone en duda: “No me acuerdo de llamarla, pero si la llamé no le dije eso”.

Crucifijo > Tampoco tiene recuerdos el hombre de un incidente anterior, que relató al tribunal su excompañera sentimental. Según explicó, días antes del atropello, él había acudido hasta la casa donde ella dormía con su nuevo acompañante y, al constatar que su coche se encontraba fuera, lo había destrozado a pedradas
Aunque este suceso no es objeto de juicio sí lo es el “aviso” que la misma noche del accidente recibió el actual acompañante de la testigo a las puertas de su casa, una cruz metálica de un metro de altura y un pequeño ataúd, de los que, al parecer, el procesado habló a su expareja al telefonearla.
Sobre ese recado, que a ojos de la acusación conforma uno de los dos delitos de amenazas que se imputan al encausado, la declaración del hombre es confusa; si por una parte niega haber dejado la cruz al nuevo novio de su ex, admite que aquella noche pudo haber pasado por delante de su casa, antes de pilotar hasta Penamoa en busca de más drogas, y coger algo de su maletero.
En cuanto al segundo delito de amenazas al que se refiere el escrito del fiscal, tiene que ver con las frases intimidatorias que según la acusación profirió el autor del atropello contra uno de los guardias civiles que lo arrestaron, pocas horas después de los hechos. También en este caso, el hombre llevado a juicio niega: “Estaba tranquilamente en casa drogándome, qué iba a escapar”.


 

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