El Santuario de Muxía celebra su romería más atípica tras el incendio de 2013

El Santuario de Muxía celebra su romería más atípica tras el incendio de 2013
Cientos de personas asisten a la Romería de la Virgen de A Barca, en la localidad coruñesa de Muxía, un año después de que el Santuario fuera destruido por un incendio provocado por un rayo en diciembre de 2013. EFE

 El Santuario de A Virxe de A Barca de Muxía, destruido en un incendio en diciembre de 2013, vuelve al primer plano de la actualidad con la celebración de su romería más atípica en años, con el templo cerrado a cal y canto y con un altar improvisado en uno de los laterales del edificio.

Una de las localidades más importantes de la Costa da Morte, Muxía, festeja durante este fin de semana su fiesta más destacada, declarada de Interés Turístico Nacional y que mezcla religiosidad, un ambiente festivo y un atractivo cultural que enamora a visitantes y turistas que, con un solo paso desde la punta rocosa, se colocan con un pie en el mar.

Según una tradición que se remonta a la Edad Media, la Virgen María acudió a este lugar en una "barca de piedra" para dar ánimos a Santiago en su predicación, una historia que vincula a este santuario con el de la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Un templo que este año está oculto bajo andamios y obras para subsanar los daños que causó el incendio que se originó el 25 de diciembre del año pasado a causa de un relámpago.

Hoy, un escenario improvisado con un camión convertido en un altar provisional presidido por la Virgen con un templo cerrado a cal y canto recibía a los feligreses que se asombraban con este hecho, motivo al que achacan la baja afluencia de devotos en comparación con otros años.

"Hay mucha menos gente", dice Manuel Gómez, un efectivo de Protección Civil que apunta que "al no celebrarse en la iglesia..., la religión ya sabes cómo es".

Se trata de una tradición de culto ligada a la construcción de la primera capilla, en el siglo XI o XII, y que congrega a una gran cantidad de feligreses venidos de todas partes de Galicia y de España para 'bailar' y 'menear' sobre unas piedras que se cree que tienen propiedades curativas.

Esta es, precisamente, una de las curiosidades para los visitantes, comprobar 'in situ' una de las tradiciones más antiguas de Galicia: el culto a las piedras.

En los alrededores del santuario hay tres moles de granito a los que la historia y las costumbres locales les confieren diferentes propiedades curativas, una muestra de la permanencia de una práctica pagana litolátrica que fue asimilada por la religión cristiana.

'A Pedra de Abalar' ('Piedra de menear') produce al moverse un sonido misterioso al que se le atribuyen poderes, como reconocer un caso de inocencia ante una acusación de virginidad o de infidelidad, aunque la leyenda también cuenta que avisa, por sí sola, de la inminencia de un naufragio o alguna tragedia que se avecine.

'A Pedra dos Cadrís' ('La piedra de los riñones') es la visita indispensable para todos aquellos que padezcan problemas reumáticos, así como dolores de huesos o de espalda, para lo cual han de pasar por debajo de ella nueve veces o tres, según quién cuente la historia.

Carmen Loureiro es una asidua a esta celebración. Tiene 67 años y desde que contaba con solo nueve acude cada septiembre a Muxía, junto a su familia, como ya hacía su padre en vida.

"En mi casa a mi padre le dolían mucho los huesos y venimos toda la familia todos los años. Dicen que es una cosa buena", recuerda para Efe entre nostalgia y emoción, y aclara: 'Papá, que ya murió hace treinta años, siempre decía que había que pasar nueve veces, pero cada uno pasa las que quiere. Yo llevo cinco".

La tercer mole de este enclave paisajístico es una piedra que tiene poderes médicos y que si se introduce la cabeza en el agujero se alivian los dolores de cabeza o de cervicales.

"Un año metí la cabeza ahí y dije: ¡ay! pobre de mí que ahora ya no me sale", comenta una señora mientras observa el ritual que siguen pequeños y mayores.

Sobre si funciona o no Benino Moledo, natural del municipio coruñés de Serra de Outes aunque residente en Boiro desde hace años y que acude a la Romería por cuarta vez, apunta en una conversación con Efe que no lo sabe, pero que desde que viene dolor no tiene.

En otra esquina, Ramona y sus amigas señalan que ellas vienen desde hace años y que "no nos hizo nada, pero si piensas que funciona, funciona".

Ante este tumulto de personas aún hay algún despistado que desconoce la tradición pero que no duda en imitarla y volver el próximo año.

"Yo hago lo que hacen los demás pero no sé por qué", afirma Juan de A Coruña, quien comenta que "viene más contento que Dios y que va a repetir".

Con conocimiento de la causa o sin él, lo cierto es que niños y mayores cumplen con una tradición que cada uno interpreta según sus propias creencias y sus propias necesidades, pero con un sentimiento común, el fervor y la devoción por ver llegar un milagro.

Al mismo tiempo, se ha ido creando una fiesta paralela a la celebración religiosa que atrae también a jóvenes y que convierte a este enclave en un punto de encuentro festivo en el que los protagonistas son el baile y la alegría, que se consolidan hasta el amanecer.

Un año más, y ya van siglos, este lugar de peregrinación fue tomado por decenas de miles de personas que, por diferentes motivos y con distintas pretensiones, convierten a esta villa marinera en un hervidero humano de devoción y diversión. Patricia Pernas

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