¿Fin del trabajo fijo y seguro?

La empresa Siemens y la consultora Roland Berger presentaron la semana pasada el estudio España 4.0 sobre la transformación digital en nuestro país y entre los oradores estaba Juan Rosell, presidente de la CEOE, que habló de la necesidad de prepararse para entrar en el mundo de la digitalización, “un gran reto político, económico y social” que lo cambia todo en los negocios, las empresas, el trabajo y en el día a día de las personas.
Para ilustrar sus afirmaciones Rosell señaló a modo de ejemplo que “en el futuro, el trabajo habrá que ganárselo todos los días”, el trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX, una expresión poco oportuna en un país con el 20 por ciento de paro y mucha precariedad. Pero el presidente de la patronal, más que ejercer de profeta al hacer tal afirmación, se limitó a constatar que la revolución tecnológica está cambiando los procesos de producción, el mercado de trabajo y el modelo de relaciones laborales que conocemos, que ya ahora se parece poco a aquel paisaje laboral de empleo “para toda la vida y en la misma empresa”. 
Las nuevas tecnologías no solo ponen en peligro los empleos fijos y estables. En 1995 Jeremy Rifkin publicó “El fin del trabajo”, un libro que sostiene que el avance tecnológico destruye más puestos de trabajo de los que crea y genera un alto desempleo estructural, que conocemos bien en España incluso en los períodos de bonanza económica. 
Después de la profecía inquietante de Rifkin aparecieron otros estudios sobre el futuro del trabajo. El último es el libro “El futuro de las profesiones” en el que Richard y Daniel Susskind –padre e hijo– intentan conjurar el miedo creciente al determinismo tecnológico, que es verdad que trae consigo la muerte de muchas profesiones, pero las tecnologías, sostienen, más que el fin del trabajo representan el principio de nuevas profesiones. 
Lo que nadie cuestiona es que en este cambio de época las empresas tienen que innovar y los trabajadores formarse, adquirir competencias en la economía digital si quieren sobrevivir en el futuro. Seguramente fue lo que quiso decir Rosell cuando afirmó que el trabajo hay que ganarlo todos los días. 
Importa mucho que los empleos que generen las tecnologías sean “fijos y para toda la vida”, pero es más relevante que permitan vivir con dignidad a los trabajadores para no regresar laboralmente al siglo XIX. Y esto ya depende en gran medida de Juan Rosell y de los empresarios que preside. 

¿Fin del trabajo fijo y seguro?

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