Oliver

José Manuel Oliver López nos dejó en la madrugada del domingo tras meses de lucha contra su enfermedad. Manchego y marino mercante de profesión, tras recorrer mares y océanos, encontró en A Coruña el puerto donde descansar. Le gustaba la ciudad y se embulló en su ambiente  junto a Pilar, su mujer.  Su compromiso con sus orígenes, se vio recompensado en su ciudad natal, Ciudad Real, donde fue nombrado “Quijote” en el año 1996. Aquí, se unió a los Caballeros de María Pita y, tan pronto se empezó a trabajar para la creación de la Casa de Castilla-La Mancha, se sumó al proyecto como socio fundador. 
No quiso nunca presidir la Casa, aunque, sin duda, nos hubiera representado mejor que nadie. Lo suyo era trabajar lejos de la visibilidad del cargo. Eso si, su compromiso le hizo participar activamente en casi todas las directivas que han gestionado nuestra asociación y, su impronta, ha marcado siempre la marcha de la Casa.
Amigo José Manuel, tu memoria estará siempre presente en el recuerdo de los socios y amigos de la Casa de Castilla-La Mancha. Los viajes que nos organizaste, y que disfrutamos contigo y con Pilar, tu mujer. Los números de la revista que dirigiste, que resumían amena y fielmente la actividad de la Casa. Tu participación, junto a Pilar, en todo aquello que hemos organizado, mientras la salud te lo permitió. 
Tu continuo ofrecimiento y apoyo. Todo eso, amigo Oliver, junto a tu gran categoría humana, hacen que tu pérdida sea especialmente sentida para todos nosotros. Se nos fue otro de los puntales que sostenían nuestra asociación.
Poco a poco, os vais marchando, y ya sois muchos los que veláis por nuestra Casa desde la otra orilla. Espero que allá donde estés, junto al resto de ausentes, sigas haciendo honor a nuestra tierra, La Mancha, y, a través de tu recuerdo, nos sigas dando fuerzas y ánimos para seguir adelante.
Pilar, amiga, te queremos y, en estos momentos difíciles deseamos estar contigo y con tus hijos. La Casa es una pequeña comunidad en la que nos cuidamos y apoyamos los unos a los otros. Eso es lo que nos hace grandes y ahora queremos demostrártelo. Tenéis la Casa a vuestra disposición para cualquier cosa en la que podamos ayudaros. Sabemos que, ante esta pérdida, no hay consuelo posible, pero, al menos, sabed que estamos a vuestro lado y os acompañamos en vuestro dolor.
Cargado de emoción, me despido de ti, amigo Oliver, agradeciéndote personalmente lo mucho que me has ayudado y enseñado en estos años en los que tuve la suerte de compartir tu amistad. Querido José Manuel, que la tierra te sea leve.

Oliver

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