¿Buscas la felicidad o la llevas dentro? Transforma tu perspectiva (o no)

Un estudio revolucionario desvela cuatro "estilos de felicidad" distintos y cómo influyen las circunstancias y la personalidad en nuestro bienestar
¿Buscas la felicidad o la llevas dentro? Transforma tu perspectiva (o no)
I CRISTIAN ESCOBAR

¿Qué impulsa nuestra felicidad: nuestro propio punto de vista o las circunstancias de la vida? Un reciente estudio publicado en Nature Human Behaviour aborda esta pregunta fundamental, examinando el peso de los factores internos versus los externos –como el empleo, la salud y las relaciones– en el bienestar de las personas. Con datos de más de 40.000 participantes de distintos países, la investigación, que se alargó durante 30 años, revela que la receta de la felicidad es sorprendentemente personal.

 

La observación realizada por el departamnto de psicología de la Universidad de California - Davis reveló que la felicidad puede surgir de factores internos, influencias externas, una combinación de ambos, o incluso de ninguno, y que puede variar significativamente entre individuos. 

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Los investigadores identificaron cuatro grupos principales, cada uno con una perspectiva única sobre la felicidad:

 

  • Ascendente ("Bottom-up"): para este grupo, la felicidad depende principalmente de factores externos. Son personas cuya alegría se nutre de las experiencias y circunstancias que les rodean. En esta categoría se incluyó una cuarta parte de los participantes en el estudio. Para ellos, la satisfacción en áreas específicas de la vida, como la calidad de su trabajo, su salud física, la solidez de sus relaciones y su bienestar económico, son los pilares fundamentales de su felicidad general. Los eventos positivos, como un ascenso laboral, una mejora en la salud o una relación más cercana, tienden a elevar significativamente su nivel de felicidad. Por el contrario, las dificultades en estas áreas pueden impactar negativamente su bienestar. 

 

  • Descendente ("Top-down"): en contraste, esta categoría, de tamaño similar, muestra un patrón opuesto. Su felicidad parece estar arraigada principalmente en factores internos, como su personalidad, sus b, su resiliencia y su sentido de propósito en la vida. Estas personas tienden a mantener un nivel de felicidad relativamente constante a pesar de las fluctuaciones en sus circunstancias externas. Poseen una mayor capacidad para adaptarse a los desafíos y encontrar satisfacción incluso en situaciones difíciles. Para este grupo, las intervenciones centradas en el desarrollo personal, como la práctica de la atención plena o la terapia cognitivo-conductual, podrían ser más efectivas para potenciar su bienestar.

 

  • Bidireccional: este tercer conjunto de personas experimenta la felicidad como una interacción dinámica entre sus factores internos y externos. Para ellos, las circunstancias de la vida influyen en su bienestar, pero su propia disposición y actitud modulan ese impacto. Una buena situación externa puede potenciar su felicidad intrínseca, y una perspectiva interna positiva puede amortiguar el efecto de las dificultades externas.

 

  • Incierto: para este grupo, no se pudo determinar una clara influencia. Su felicidad parece ser más esquiva o estar influenciada por factores aún desconocidos. Esto podría incluir eventos vitales únicos, factores genéticos, o incluso una interacción compleja de variables que requieren un análisis más profundo. Este grupo resalta la complejidad inherente al estudio de la felicidad y la necesidad de seguir investigando para comprender mejor todas sus facetas.
Gente diversa alegre junto en el parque

La identificación de estos distintos estilos de felicidad pone de relieve que no existe un enfoque único para promover el bienestar. Las estrategias que funcionan para un grupo pueden no ser efectivas para otro. Por lo tanto, un enfoque personalizado y multidimensional, que considere tanto las circunstancias externas como las características internas de las personas, podría ser la clave para construir sociedades más felices y resilientes.

 

La clave para mejorar la felicidad social reside en abordar tanto los factores externos (como la salud y los ingresos) como las cualidades internas (como la resiliencia y el propósito). Para lograr la máxima eficacia, las políticas y estrategias de bienestar deberían adaptarse a las necesidades individuales, reconociendo la diversidad de fuentes de felicidad.

 

Felicidad y culturas

La forma en que entendemos, perseguimos y experimentamos la felicidad no es un concepto universal y homogéneo. Está profundamente entrelazada con los valores, las normas sociales, las creencias y las prácticas culturales de cada sociedad. Lo que se considera una fuente de felicidad en una cultura puede tener un significado diferente, o incluso ser irrelevante, en otra.

Diversas personas con emoticonos felices

Una de las principales líneas de diferenciación radica en el contraste entre culturas individualistas y colectivistas.

 

  • Culturas Individualistas: en sociedades como las de América del Norte y Europa Occidental, la felicidad a menudo se asocia con la autonomía personal, el logro individual, la autoexpresión y la búsqueda de emociones positivas de alta intensidad, como la excitación y el orgullo. La autoestima y la consecución de metas personales suelen ser fuertes predictores de la felicidad. Se valora la independencia y la distinción del individuo.

 

  • Culturas Colectivistas: en contraste, culturas como las de Asia Oriental, América Latina y África suelen priorizar la armonía social, las relaciones interpersonales, el bienestar del grupo y la conexión con los demás. La felicidad puede estar más ligada a sentirse parte de una comunidad, cumplir con las expectativas sociales y experimentar emociones de baja intensidad y alta armonía, como la calma y la satisfacción en las relaciones. La modestia y la interdependencia son valores importantes.

 

Mientras que las culturas occidentales a menudo enfatizan la felicidad como un estado emocional placentero, otras culturas pueden poner mayor énfasis en el significado y el propósito en la vida como componentes clave del bienestar. Por ejemplo, en algunas filosofías orientales, el equilibrio y la aceptación de la dualidad de las emociones (tanto positivas como negativas) pueden considerarse más importantes que la búsqueda constante de la euforia.

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Incluso la forma en que se expresa la felicidad varía culturalmente. En algunas culturas, las demostraciones efusivas de alegría son comunes y aceptadas, mientras que en otras se prefiere una expresión más reservada y contenida. Las normas sociales dictan qué emociones son apropiadas mostrar en público y en qué contextos.

 

El lenguaje, la música, la danza, el arte y las tradiciones también juegan un papel crucial en la expresión y celebración de la alegría en diferentes culturas. 

 

Por ejemplo, el concepto danés de "hygge" describe una sensación de confort y bienestar que se encuentra en los pequeños momentos de la vida. En japonés, "ikigai" se refiere a la "razón de ser" o la alegría de vivir, que encuentra satisfacción en lo que uno hace. En algunas culturas latinoamericanas, la felicidad está fuertemente ligada a la celebración comunitaria, el baile y la expresión emocional abierta.

 

Comprender estas diferencias culturales es la llave para diseñar políticas y programas de bienestar que sean culturalmente sensibles y efectivos. Un enfoque global del bienestar debe tener en cuenta la rica diversidad de cómo se entiende y se persigue la felicidad en todo el mundo.

 

Estrategias para un bienestar integral:

Para fomentar la felicidad a nivel individual y social, es esencial adoptar estrategias que aborden tanto los factores internos como los externos. 

 

  • Factores Externos:
    • Entorno social: fomentar relaciones sociales saludables y equilibradas.
    • Salud: priorizar el bienestar físico a través de una alimentación balanceada, ejercicio regular y descanso adecuado.
    • Economía: asegurar un nivel de vida digno que cubra las necesidades básicas.
    • Entorno laboral: promover un ambiente de trabajo positivo, con oportunidades de crecimiento y reconocimiento.

 

  • Factores Internos:
    • Resiliencia: desarrollar la capacidad de adaptarse y recuperarse de la adversidad.
    • Propósito: encontrar un significado y dirección en la vida.
    • Autoconocimiento: conectar con pensamientos y emociones a través de prácticas como la atención plena (mindfulness).
    • Autoestima: confiar en las propias habilidades y reconocer el valor personal.
    • Autocuidado: establecer hábitos saludables y dedicar tiempo al bienestar mental y emocional.
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La investigación de la Universidad de California-Davis nos ofrece una perspectiva reveladora: la felicidad no es un destino único al que todos debemos aspirar de la misma manera, sino más bien un viaje personal y multifacético

 

La identificación de distintos "estilos de felicidad" señala la necesidad de abandonar enfoques universales y abrazar una comprensión más matizada del bienestar. Para construir sociedades más felices y resilientes, el desafío radica en reconocer y atender la compleja interacción entre nuestras circunstancias externas y nuestro mundo interior, para fomentar en consecuencia un ecosistema de bienestar que valore la diversidad de las experiencias humanas.

¿Buscas la felicidad o la llevas dentro? Transforma tu perspectiva (o no)

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