Hoy en día, basta con que falle un ordenador o se caiga la red para que una empresa entera se paralice. Se detiene la producción, se pierde información valiosa… y, a menudo, también se pierde dinero. Por eso, cada vez más negocios se están replanteando cómo gestionan su infraestructura tecnológica. Algunas compañías aún tiran del soporte informático tradicional, ese al que se llama solo cuando algo deja de funcionar. Otras, en cambio, ya han apostado por una solución más moderna y eficaz: los MSP.
El término puede sonar algo técnico, pero su funcionamiento es bastante sencillo de entender. Para quienes se preguntan Qué es MSP, decir que se trata de unos proveedores de servicios gestionados que se encargan de supervisar y mantener los sistemas informáticos de manera constante. No hace falta llamar, ellos ya están trabajando, como si tuvieras un cuidador digital que, en segundo plano, se encarga de que todo vaya sobre ruedas… y de que no haya sorpresas desagradables por el camino.
Con el soporte IT tradicional, el esquema de fallo, llamada al técnico que revisa, repara y cobra por el servicio, suele repetirse. Un enfoque que funciona… hasta que deja de hacerlo, porque cuando los problemas son frecuentes o las necesidades se vuelven más complejas, este modelo empieza a quedarse corto.
Un MSP, en cambio, funciona con un enfoque proactivo. En lugar de apagar fuegos, trabaja para que no se produzcan. Detecta amenazas antes de que se conviertan en problemas y mantiene la infraestructura actualizada y segura.
Una de las grandes ventajas del modelo MSP es la predictibilidad. Mientras que el soporte IT tradicional suele facturar por horas, con cada intervención como un coste añadido, los servicios gestionados se contratan con una cuota fija mensual. Esto permite saber con antelación cuánto costará mantener la infraestructura tecnológica, sin sustos ni facturas inesperadas.
Y no se trata solo de mirar la cifra final en la factura. Va mucho más allá, es entender que la tecnología, cuando se cuida de forma constante, deja de ser un gasto puntual para convertirse en una inversión inteligente, porque cuando algo se rompe, no solo cuesta más dinero arreglarlo, también tiempo, estrés y, en muchos casos, oportunidades perdidas.
Hay otra diferencia importante que muchas veces se pasa por alto: la relación que se genera con el proveedor. Con el soporte informático tradicional, esa relación suele ser puntual, casi de emergencia y se contacta solo cuando hay un problema. Sin embargo, con un MSP el trato es más fluido, más continuo ya que están ahí todos los días, no solo para resolver fallos, sino también para anticiparse, dar consejos, plantear mejoras o ajustar la tecnología a lo que la empresa realmente necesita.
Las pequeñas y medianas empresas, que no pueden permitirse tener un equipo IT propio, sí pueden contar con alguien que actúe como tal. Delegar en un MSP con experiencia les permite centrarse en su actividad, sabiendo que alguien está pendiente de que todo funcione como debe, sin sobresaltos y sin quedarse atrás.
En Galicia, muchas empresas, especialmente del sector servicios y pymes industriales, ya han empezado a dejar atrás el modelo tradicional. La creciente preocupación por la ciberseguridad, la necesidad de trabajar en la nube o la gestión de dispositivos a distancia han hecho que contar con un MSP no sea un lujo, sino una necesidad.
La diferencia entre un sistema que se cae cada dos por tres y uno que simplemente funciona está en este cambio de enfoque, porque, en el fondo, todos sabemos que, en el día a día de una empresa, la tecnología solo se nota cuando falla. Y justo ahí está el valor de un MSP, en que no se note.