Sánchez se hace antipático

El debate parlamentario de este miércoles mostró que, en efecto, Pedro Sánchez está muy solo. El bloque que conformó hace cuatro años el ‘nuevo poder’ tras la moción de censura no existe en la práctica. Ni siquiera Podemos, con toda su barahúnda interna, puede calificarse ya como un auténtico coaligado. El giro sobre el Sahara, las relaciones con Marruecos -vigiladas por los Estados Unidos-, los varios ‘affaires Pegasus’ de espionaje, pesan como una losa sobre el presidente, más que sobre su gobierno. Porque el presidente está logrando hacerse antipático a base de escurrir el bulto y salpicar a todos en su afán por no dar explicaciones. Solamente un probable éxito de imagen con las ‘photo opportunities’ en la ‘cumbre’ madrileña de la OTAN le servirá para reponerse un poco. Y durante no mucho tiempo.


Ya el rifirrafe, educado, sí, pero inútil, con Núñez Feijóo en el Senado el pasado martes demostró que Sánchez no parece haber entendido que tiene que gobernar de otra manera: no se puede decir que la oposición ‘estorba’, por ejemplo. El Partido Popular ha sido, por una vez, más perspicaz y va repitiendo allá donde va que “existen otras formas de gobernar”. Creo que este, una gobernación diferente, va a ser el lema de la eterrrrna precampaña que, cara a las generales, se va a poner en marcha inmediatamente después de que se conozcan, dentro de diez días, los resultados de las urnas andaluzas. Lo que ocurre es que, cuando no hay autocrítica y todo es satisfacción por lo bien que se hacen las cosas, ¿cómo pensar en cambiar?


Sí, pienso que Sánchez tiene que aproximarse más a la gente. Estuve el martes en la cena de los periodistas parlamentarios, multitudinaria, donde muchos comentarios de los diputados y senadores presentes y de los propios periodistas reclamaban una mayor cercanía del presidente, que sigue ignorando desdeñosamente las preguntas que los informadores tratan de dirigirle en los pasillos del Congreso (y del Senado). Y, por supuesto, sigue despreciando estos actos, como la cena de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, de acercamiento entre los políticos y los ‘chicos de la prensa’.


Su comportamiento con los medios, en general, se parece más a los de Podemos --ahora inmerso en su caos-- y Vox, cuya premiada (con un mal premio, ‘azote de los periodistas’), Macarena Olona, dio un plantón a los informadores, como, por cierto, hizo también el resto de los parlamentarios de su grupo. Creo que el presidente del Gobierno no puede tener la misma actitud con los medios, que en democracia representan lo que representan, que la que tienen estos partidos ‘extremos’.


En su comparecencia de este miércoles en la Cámara Baja, en la que el Sahara fue apenas un pretexto para los encontronazos, Sánchez trató de estar correcto, pero ha perdido empatía incluso con quienes le apoyaron. No parece conveniente defender las propias posiciones simplemente atacando, con un estilo prepotente, a la oposición. Y ello, aunque alguna vez al presidente no le falte razón. Si quitamos a su círculo íntimo, a los ministros de confianza, a los funcionarios que ha colocado al frente del partido, a un grupo parlamentario incapaz de actuar con iniciativa propia, la verdad es que da la sensación creciente de que Pedro Sánchez se está quedando solo. Todavía con unos millones de votos, pero solo. Y primero se pierden los afectos, luego los votos.

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