Revolución en el mercado energético

La invasión de Ucrania no ha puesto patas arriba únicamente el orden internacional sino cambios en la perspectiva de algunos países sobre asuntos como los suministros de materias primas y la dependencia energética. Europa por fin se ha comportado como se merece con un Putin absolutamente desaforado. El mercado de materias primas, las bolsas o la deuda están experimentando registros no vistos en muchos años. De hecho, la política monetaria expansiva emprendida por algunos países con motivo de la pandemia y los calendarios de subidas de tipos van a sufrir retrasos. Sin embargo, el mercado donde se está produciendo una auténtica revolución es el energético.


El canciller socialista, Olaf Scholz, ha anunciado que no sólo va a ampliar sus instalaciones de gas licuado, a introducir en su mix el carbón, algo que ha venido haciendo durante la pandemia, sino que para asegurar su suministro va a alargar el plazo útil de las centrales nucleares.


También Bruselas está moviendo ficha. Hace unos días se mostró dispuesta a clasificar tanto el gas como la nuclear como energías verdes y ahora da un paso más y propone que el gas quede fuera de la subasta de los precios de la luz. Hay que tener en cuenta que en los mercados de futuros el precio del gas se ha situado para todo el año 2022 en unos 100 euros el MWh y que eso significa que la electricidad se situará por encima de los 200 euros el MWh.


¿Va a hacer algo el Gobierno de España? La vicepresidenta de Transición, Teresa Rivera, ya se mostró en contra de señalar el gas y la nuclear como energías verdes. Tampoco parece haber respondido favorablemente al reto portugués de un nuevo gasoducto con salida a Europa y no está dispuesta a revertir la decisión de ampliar la vida útil de las centrales nucleares más allá de 2035. Sí que ha reconocido ya que la bajada de los impuestos que gravan el recibo de la luz no está logrando el objetivo. El precio a finales de febrero se ha situado un 600% por encima de los que había a finales del mismo mes de 2021. Un absoluto escándalo que ha llevado la inflación al 7,4%, una tasa que no se veía en 30 años.


Está claro que las malas decisiones, el sectarismo y la ideologización de la política energética y económica está lastrando aún más la muy incipiente recuperación de la economía española. De hecho, todas las previsiones que sustentan los presupuestos han quedado desfasadas e irán a peor si los planes de Putin se alargan en el tiempo. Vamos a ver cómo lo afrontan y si finalmente quedan congeladas decisiones como la subida de impuestos que sólo conseguirían asfixiar aún más la creación de empleo, la inversión y el consumo de los hogares. 

Revolución en el mercado energético

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