Todo el mundo conoce la dificultad de poder aparcar en la ciudad coruñesa debido a la falta de espacios por la ampliación del destinado al viandante, al artificio creado por el Ayuntamiento, de permitir la instalación de terrazas en la vía pública, antes destinado al servicio de los vehículos previo pago en muchos de ellos para acceder al estacionamiento, lo que ha creado un problema añadido y con dificultades para el propietario del coche que accede a la ciudad y se las ve y desea para hallar un hueco en donde dejar su vehículo.
Las terrazas a estas alturas invernales, no tienen sentido, por los rigores de la temporada que estamos con frío y lluvia, mientras tanto ocupan un espacio mayor, en algunos casos, sobre el frente de la fachada que las delimita y con ello se produce una doble pérdida. Para el hostelero, que no tiene rendimiento económico sobre dicha terraza y la recaudación de la ORA, se ve mermada por la falta de sitios para aparcar y de alguna manera el Ayuntamiento, tendrá con los impuestos ciudadanos, compensar a dicha empresa gestora por lo que deja de ingresar.
Este problema se observa en toda la ciudad y el vecindario de los barrios empieza a sentirse incómodo por la falta de lugares ahora ocupados por terrazas, como si fuesen setas en medio del asfalto. Además su ubicación es perniciosa para la salud de quienes las ocupan, por los gases nocivos de la combustión del tráfico rodado en su entorno, que puede ocasionar enfermedades respiratorias de todo tipo.
Lejos de retirarlas dado el tiempo adverso en que nos hallamos y volver, si no hay cambios en la primavera, a colocarlas de nuevo, se permite por parte del municipio, que los hosteleros puedan conservar sus terrazas en las plazas antes destinadas al aparcamiento de vecinos y visitantes en general. Lo que viene a prolongar el perjuicio de los ciudadanos que poseen un vehículo y según el lugar de aparcamiento, pagan un impuesto por ello, mientras que el resto que no esté obligado, puede hacerlo libremente en donde resida o tenga más próximo su domicilio. Aparte, que todos los vehículos están sujetos al pago de rodaje anual, según el Ayuntamiento en que estén empadronados. Los hosteleros también pagar los suyos.
El vehículo es un bien propio de disfrute que deja a las arcas municipales jugosos ingresos de forma directa e indirecta, el Ayuntamiento debe cuidar y tratar con benevolencia al contribuyente y dar facilidades en el movimiento de su vehículo. Mientras la ciudad no tenga otro medio de transporte público más eficiente. En tanto esto no suceda, el vehículo sigue siendo el producto estrella que permite comodidad e independencia en sus desplazamientos y ocupaciones. En estos momentos de pandemia es más esencial que nunca, hacer una ciudad más humana, está bien, pero, contando con todos los actores, sin excluir a nadie y sin favorecer a unos, perjudicando a otros.