¡Que nos dejen en paz!

Llevo días pensando en si escribir sobre una de las últimas decisiones adoptadas por la nueva dirección de RTVE. La decisión es tan arbitraria y estúpida que pensaba que darían marcha atrás. Pero no lo han hecho, de manera que he decidido alzar la voz para señalar que a los nuevos adalides de la “moral pública”, también instalados en RTVE, que intentan dirigir a la sociedad diciéndonos qué debemos pensar, qué es correcto y qué no lo es, se les ha ocurrido incluir un cartelito en ese entrañable programa que es Cine de Barrio. En el cartel en cuestión, alertan a los telespectadores que en algunas películas hay “actitudes machistas, sexistas” y que no debemos perder de vista la época en que fueron rodadas. Y se han quedado tan anchos.


No sé si piensan que los ciudadanos somos tontos de remate y por tanto incapaces de pensar que una película rodada en 1960, en 1982, o anteayer, refleja lo que era la sociedad de ese momento, con sus costumbres, sus virtudes y sus defectos. De la misma manera que las películas y series que se ruedan y emiten hoy lo mismo resultan chocantes, deleznables, o fantásticas a quienes vivirán en el futuro.


Es insultante que los directivos de RTVE nos traten a los telespectadores como si fuéramos menores de edad, incapaces de discernir sobre lo que estamos viendo.


Resulta insoportable la moralina, el dirigismo, lo políticamente correcto, todo esto que bordea la censura, amén de suponer un desprecio a la libertad de los telespectadores para ver lo que quieren y sacar sus propias conclusiones.


Cada vez caminamos con pasos más acelerados a las distopías de 1984 y Rebelión en la Granja, dos de las grandes obras de Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, El cuento de la criada de Margaret Atwood, Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, donde los humanos somos esclavizados en organizaciones sociales que nos dictan qué debemos pensar, sentir, ver, escuchar...


Cada vez se estrechan más los márgenes de la libertad, tanto la individual como la colectiva. Y desde el “poder” se nos intenta alertar sobre el contenido de películas de Alfredo Landa, José Sacristán o Concha Velasco rodada allá por los años 60 o 70 del siglo XX, o sea anteayer.


Yo no sé ustedes, pero me resulta insoportable esta “tutela” permanente.


De manera que prefiero decir NO, un NO rotundo a estas nuevas formas de censura, a esta intromisión insoportable en la conciencia, los gustos de las personas. Digo NO al intento de imponer una “manera de pensar” decidida por no sé quiénes y apoyada desde el poder político.


Qué tiempos estos en los que ver una de esas películas que habitaban la España de nuestros padres y nuestra infancia son consideradas peligrosas y nos advierten que forman parte de la sociedad del pasado.


La verdad es que quienes son un “peligro”, pero un peligro real para la libertad, son quienes se empeñan en decirnos qué debemos de ver, escuchar y pensar.


Así que son los nuevos censores, la policía del pensamiento, los que dan miedo porque parecen empeñados en que las distopías de Orwell y Huxley no estén tan lejos de convertirse en realidad. 

¡Que nos dejen en paz!

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