Coincido todos los días con numerosos peregrinos que por la calle Carretas o bajando por la pendiente del Hostal se dirigen a la oficina donde van a presentar sus credenciales –los sellos por los lugares por los que pasaron– para que se les entregue La Compostela. Es el constante movimiento que a lo largo de todo el día se registra en Santiago de Compostela.
Ni los días de fuerte lluvia, ni los de calor intenso han dejado de llegar a Santiago después de haber recorrido un importante número de kilómetros –por lo menos 100– para hacerse acreedores a recibir la certificación que les reconoce haber sido unos caminantes que tuvieron que enfrentarse a avatares climatológicos y sufrir los percances propios de cualquier caminante.
El fenómeno peregrino va en aumento aunque hay colectivos de profesionales que siguen sin admitirlo, pese a que centros de alojamiento, y lugares donde reponer fuerzas gastronómicas, siguen llenándose y si no que se lo pregunten a los que tienen sus puertas abiertas en el entorno de la oficina del peregrino, donde hay que hacer cola para disponer de una mesa.
Cuando dejo mi despacho y me enfilo a las escaleras de Raxoi para pasar al lado del Rectorado todos los días puedo ver las grandes mareas de peregrinos, la gran mayoría jóvenes, que suelen situarse en las zonas donde da menos el sol en la plaza del Obradoiro después de fotografiarse frente a la catedral y mostrar con gestos muy ostentosos la satisfacción por cubrir el reto de hacer una de las rutas de peregrinación. Como referencia de los grandes contingentes de peregrinos que llegan a Compostela es que en la importante red de albergues públicos que existen en las rutas no suele haber plazas disponibles y las existentes se cubre por rigurosos orden de llegada. Es necesario reservar si se quiere dispone de una de las plazas con camas literas que existen en estos lugares.
Los trabajos de monitorización que se han puesto en marcha para conocer los flujos de peregrinos dan cuenta de que son muchos más –del orden de un 40 por ciento– de los que a diario recogen La Compostela. Los datos estadísticos señalan que se ha registrado un aumento importante de los que finalizan sus largos itinerarios de las distintas rutas peregrinas pese a que este año, señalan los expertos, la Semana Santa cayó muy tarde en el calendario.
No cabe la menor duda de que en este 2025 se vuelva a superar el récord de visitantes. Es una realidad que, por desgracia, siguen sin reconocer determinados sectores que se benefician de este flujo de turistas, pero que no colaboran en la medida que deberían hacerlo. Los grupos de peregrinos seguirán aumentando y se les podrá ver en grandes grupos entrando por la zona vieja gritando, cantando y exteriorizando su emoción y satisfacción al llegar ante la puerta principal de la basílica. Es el fenómeno peregrino a los que tenemos que recordarles que no se pueden seguir registrando comportamientos incívicos que desde hace un tiempo se vienen denunciando, que han ido a más en los últimos años y que originaron que se pusieran en marcha parejas de informadores que explican a los peregrinos las normas que se deben de respetar en la plaza del Obradoiro.