Navidad no será Navidad sin regalos

No hay Navidad sin regalos, que decían en ‘Mujercitas’ y en mi caso el regalo de casi todos los años es la gripe. O el Covid a-saber-qué-número, da igual. Fiebre, tos, más fiebre, Paracetamol a falta de un antigripal de las Fuerzas Armadas, que te curaban hasta de la rabia después de los primeros síntomas y una voz con la que podría aspirar a entrar en un coro bizantino. En fin, reposo y caldito, y series para distraer la sensación de que ha pasado por encima un autobús de dos pisos, como en la canción de The Smiths.


No soy yo de hacer listas de lo mejor y peor. Cada cinco minutos cambio de opinión y si hoy mi peli favorita es ‘Vértigo’, mañana lo será ‘El despertar de la Fuerza’, así están las cosas en mi cabeza rubia. Pero sí puedo afirmar que para mí la sorpresa más grande del 2023 gracias a la gripe ha sido ver la serie ‘Ted Lasso’. ‘Ted Lasso’ y ‘Solo asesinatos en el edificio’ están en mi top ten inexistente porque las dos me han parecido maravillosas. Yo, que soy muy de violencia y goticismo, enganchada a una serie con Merryl Streep cantando y a las películas del osito Paddington. Con lo que yo era. 


‘Ted Lasso’ me casca el cuore. Va de un equipo de fútbol inglés modesto, el Richdmond (sería un club muy parecido al Depor) y sus cuitas. Y sobre todo va de su entrenador, Ted Lasso, un americano que no tiene ni idea de fútbol y que no es capaz de adivinar un fuera de juego, pero que tiene unos métodos muy peculiares. La brillantez de la serie no está solo en mostrar las interioridades de un equipo modesto y sus jugadores, está de forma fundamental en la humanidad que muestra, en el espíritu positivo, en los valores de bondad y belleza, en la deportividad humilde. En fin, la serie es como la vida debería de ser y no es. Todos los personajes están escritos de una forma tan precisa que simpatizas hasta con el más mezquino. Siempre parece a punto de caer en el cliché, y siempre da un giro, una pirueta con la elegancia de una patinadora sobre hielo, que hace que estés riendo y a la vez te caigan lágrimas que no sabes si son de emoción, de tristeza o de alegría. Londres en su grandeza se reduce a esas casitas con moqueta, a esa choni que llega lejos con sus tacones rosa y el Print Animal, al jugador bruto de barriada que llega al Chelsea (Roy Kent, Roy Kent, he´s here, he´s there, he´s where), al jugador nigeriano que boicotea a una compañía petrolífera por sus vertidos (otra vez podría ser el Depor), el utillero trepa, el guapo a lo Beckham o la millonaria dueña del club. Todos son entrañables, pintorescos, sinceros. Todos (o casi) son a lo que debemos aspirar estas Navidades y todos los días del año. Por supuesto hay villanos. En todos los cuentos de hadas los hay. Porque el bien solo reluce si el mal está cerca, no puede faltar en una liga un equipo villano con un presidente villano. 


Son tiempos de intentar ser mejores. De eso va ‘Ted Lasso’: de intentar serlo, de no caer en el lado oscuro. Sé que la vida nos lo pone difícil, pero siempre hay cosas buenas: a “SOS PELINES” le ha tocado la lotería. Es algo que pasa en Coruña pero podría perfectamente pasar en Ted Lasso. O viceversa. Feliz Navidad a todos. 

Navidad no será Navidad sin regalos

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