Elecciones a la vuelta de la esquina. Ya han notificado a los agraciados en la lotería de la fiesta de la democracia. Recordad: la Junta Electoral será implacable si no os presentáis el 28 de mayo a primera hora en el Colegio. La Fiesta de la Democracia os necesita, amigos. Y los políticos también os necesitan. Ellos especialmente.
Los políticos, esos seres extraordinarios. Un vistazo a las redes sociales estos días y sin demasiado problema los encuentras realizando actividades inusuales. Por ejemplo, bailar. A poco que bucees en Twitter te encuentras a una candidata chasqueando los dedos cual Thanos y bailoteando como Shakira pero sin Bizarrap. A su lado, jóvenes y más jóvenes en coreografías sonrojantes y sonrisas heladas dignas de la Invasión de los Ultracuerpos. Al poco, otro vídeo todavía más ridículo: un joven, mas jóvenes, muchos más jóvenes como en un anuncio de Benetton. Mensajes cortos y presuntamente de impacto. Más bailes candongueros. Ojalá no haberlo visto. Pero ahí está. Lo has hecho y ahora solo quieres que te cieguen a espada al rojo como a Miguel Strogoff.
Políticos en el metro. Todos de repente van en el metro. Políticos en bicicleta, eso es un clásico, y alguno cayéndose de ella por falta de práctica. No pasa nada, todos somos humanos. Políticos viendo obras. El otro día pude ver un vídeo en el que uno de los candidatos se lesionaba en el medio de una obra y se lamentaba como Neimar cuando giraba a lo derviche en el césped. Políticos en tren. Políticos en patinete. Políticos que confunden Andalucía con Extremadura. Políticos.
Y esto solo acaba de empezar. Aún nos quedan unas semanas de circo. Tres pistas, tres. Carteles, caritas sonrientes, promesas, más promesas. De aquí al 28 tendremos un viaje a Benidorm y un apartamento en Torrevieja. Mucho prometer para poder meter…el voto.