Molezun: La primera abstracción

La galería La Marina-José Lorenzo ofrece la muestra “Molezún: la primera abstracción”, que hace un recorrido de las décadas del 60 y del 70,por la obra del gran pintor coruñés,. Manuel Suárez Molezún ( A Coruña,1920-2001), del que tuve la honra de ser alumna, en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, donde era profesor de Teoría del color, de la asignatura “Elementos básicos de la plástica”, es un caso excepcional de vocación artística, pues en 1955 abandona su profesión de médico, para dedicarse enteramente a la plástica. No obstante, durante el lustro anterior, inicia, con su primo, el arquitecto Ramón Vázquez Molezún y el escultor Amadeo Gabino, una colaboración y, en 1954, obtienen el Gran Premio de Interiorismo de la Trienal de Milán. En sus inicios se dedica, sobre todo, a la composición de vidrieras, en las que introduce novedades, como la utilización del cemento; de manera que crea un contraste entre lo opaco y denso y lo ligero y luminoso, a lo que se une la idea de recogimiento y de misterio. Esta tensión de materias contrapuestas. así como la composición en puzzle, típica de las vidrieras, constituye sin duda un antecedente del modo de componer que aplicará a su pintura y del aprecio de texturas y tonalidades “silenciosas” , que subyacen bajo aéreas veladuras. Molezún creó una poética plástica personal, a la que propone como neocubismo, quizá porque construye sus obras por medio de la yuxtaposición de planos; pero se aleja de las geometrías esenciales del cubismo originario, de su color y de sus ritmos, para hacer creaciones abiertas y de múltiples facetas, llenas de quiebros, de rupturas, de irregularidades, de formas inéditas, como las que produce la erosión en la naturaleza. Se trata, pues, de una obra abstracta, en la que lo geométrico se ve continuamente interrumpido por hechuras más cercanas al expresionismo abstracto; de hecho, está tratando de construir un cosmos por medio de fragmentos de caos; crea, así, con lo aparentemente discordante, nuevos acordes y ritmos quebrados de los que nace una música nueva, a la que contribuye la reducción del color a los tonos tierra y el blanco y el negro, con sus variantes de grises. De este modo, nos hace sentir el pálpito de lo telúrico y de lo geológico, la fragmentación de las tierras labradas, el poderío de la materia-madera, pero también la lucha entre la luz y las sombras, entre lo que delimita y cierra y lo que abre resquicios para la respiración, entre lo que pesa y lo que vuela.


David Ferreras, en ensayo a él dedicado, señala esta contención cromática y el color negro “ como eje vertebrador del universo artístico” de nuestro pintor. Sobre ese “tenebrismo” de base, el color cálido vibra con la fuerza de la vida, los grises matizan el silencio y los planos blancos abren resquicios de luz hacia las esferas. Molezún - afirma D. Ferreras- “...concibe una pintura meditada ante la fragmentación del plano sobre plano ...Su metodología ha sido la de cortar y pegar, es decir, uno de los principales tropos del arte del siglo XX desde Picasso”

Molezun: La primera abstracción

Te puede interesar