Malas noticias para Galicia

El “libro de reclamaciones” de Galicia está repleto de quejas. Solo de los últimos meses tenemos la inactividad del Corredor Atlántico, la lentitud en la reparación de los viaductos de la A-6; la inacabada alta velocidad y el retraso de los trenes Avril; la Ley del Litoral recurrida al Constitucional, un agravio comparativo con el País Vasco…


Pero “si non queres caldo, ¡toma duas tazas!”. La semana pasada esta Galicia que, a pesar de todo, estaba sacando la cabeza con proyectos industriales avanzados, recibió dos mazazos que aplastaron sus ilusiones. El primero fue la exclusión del corredor del hidrógeno verde, el ramal Guitiríz-Zamora que iba a conectar Galicia con la Península y Europa, vital para transacción comercial de este combustible. Fue relegado por la Comisión Europea y acaba con la promesa del Gobierno de España “que Galicia no quedaría aislada de esa red principal”.  


Imposible enumerar en este especio las consecuencias de esa exclusión. Baste decir que el aislamiento energético impuesto por Bruselas -con la inacción del Gobierno central- traerá problemas para los proyectos “maduros” vinculados a este combustible y sus derivados en As Pontes, en el puerto exterior de A Coruña, en Arteixo y en Meirama; desincentiva la llegada de nuevas industrias y desviará inversiones a otros territorios que ofrecen posibilidades reales de distribuir y comercializar el hidrógeno verde.


El segundo golpe fue la decisión del mismo Gobierno central de denegar ayudas de los Fondos Next Generation a cinco proyectos gallegos para producir y distribuir hidrógeno, combustible clave para la descarbonización de la industria y del transporte. Los Fondos sobrevolaron esta tierra para recalar en otras zonas del Estado más atractivas políticamente.


Suenan todas las alarmas. La exclusión del corredor gallego del hidrógeno y dejar sin fondos a proyectos estratégicos en marcha afectarán a estos y a otros planes, acentuará la dependencia energética y amenaza la sostenibilidad económica.


“Se está negando a Galicia un desarrollo igualitario respecto a otras comunidades al poner en riesgo inversiones en grandes proyectos. Perderemos competitividad”, dijo el presidente de la patronal. Si no se revierte la situación, los proyectos gallegos que quedaron sin ayudas pueden volatilizarse y el hidroducto Guitiriz-Zamora ya depende de la buena voluntad de Enagás.


La Xunta no se resigna, dice que “Galicia no va a ser una isla energética, buscaremos otras vías de financiación”. Y el candidato del PSdeG afirma que “Galicia terá hidroducto si ou si”. Ambos, Populares y Socialistas deberían dejar sus enfoques partidistas y aunar esfuerzos con criterios colaborativos. Por el bien del sector y de Galicia.

 

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