Líbreme dios de los aliades que de los machistas ya me libro yo

Esa costumbre tan española de convertir todo, lo bueno y lo malo, en un plató de Sálvame Ultradelux con mucha gente enfadada gritando, crispada, con el ceño fruncido, un dedo corazón amenazante, otra amenaza de ausentarse, más gritos, más gente enfadada, más ofensas, más de todo y a granel ha conseguido que un Mundial de fútbol femenil (me encanta esa palabra, “femenil”) sea también un conjunto de gritos, puños en alto, señores rijosos, huevos de oro, ingleses enfadados, feministas ministéricas paseando sus modelitos por Madrid, tabloides regodeándose, más ingleses que no respiran, ministras que ladean la cabecita al escuchar ingleses que no respiran hablando inglés (y a los que no entienden, ah, esa mítica incapacidad de nuestros políticos de expresarse en la lengua de la Pérfida Albión), huelgas, fiestas en Ibiza, vídeos, más vídeos, fotos, más fotos, discursos reivindicativos, más dinero, consíguenos un poco de dinero más. En fin, el caso es que nuestras chicas se trajeron la copa  y se fueron de copas, cosa que hacemos muchos sin haber ganado nada. Por supuesto se montó el pollo porque Rubiales no puede estar mucho tiempo sin montarla, como esos niños diabólicos que no pasan un segundo sin idear alguna jaimitada mientras sus padres toman el vermú en el bar. Esos niños crecen y luego ocupan puestos de poder, pero no dejan de tener ideas diabólicas. 
 

A río revuelto ganancia de pescadores. En TwitterX y en Instagram aparecieron las primeras y tímidas patitas por debajo de la puerta, que decía el cuento. Una periodista lanzó un “Alguien ha acosado a alguien”, una famosa escritora ganadora del mítico Planeta (noten los adjetivos delante del sustantivo) afirmó conocer que alguien había acosado a alguien también y de paso había colocado la cornucopia a su embarazada esposa, varios periodistas de nivel capitalino y discurso de cura de colegio comenzaron a sentir fríos sudores por la espalda. Periodistas de los denominados “aliades”. Esos señores ya un tanto maduros pero con atractivo normativo (o con atractivo de tener el poder, que hay gente, decía mi padre, que se vende por un café solo), que usan las redacciones y demás lugares culturetas, artísticos o literarios como caladero del Gran Sol del apareamiento. Una de sus principales armas de atracción es el discurso feminista: no te preocupes, princesa, yo te protegeré, eres especial, muy madura para tu edad. Verás lo rápido que publicas en la editorial de portada amarilla, te haré una crítica fantástica si me ofreces algo de cariño, verás que te renuevan en el peri sin mayor problema... 
 

Vaya, no me ha salido el discurso muy feminista, porque ese discurso feminista siempre es de cara a la galería. Los que más predican y con la voz más alterada, esos son los que por detrás suelen agitar el látigo del abuso de poder, el acoso y el desprecio. ¿Quién podía pensar que un señor que iba al Museo del Prado y se escandalizaba al ver “El Rapto de Europa” viendo ahí una intolerable violación multiespecie o se llevaba las manos a la cabeza al ver los culetes de “Las tres Gracias” con una incomodidad digna de un Jeque de visita en el Vaticano podía ser acusado de acoso laboral después de mantener relaciones con una subordinada? “Pero si escribió un libro defendiendo a las mujeres” dijo alguien en las redes sociales. El caso es que el aliade en cuestión trabajaba en un montón de medios y por lo visto llenando el armario de cadáveres en todos, con el silencio cómplice de unos y de otros aliades que acuden a las manifestaciones violetas levantando el puño y llevando la pancarta con decisión atávica.
 

Lo que nadie podía saber es que ganar el Mundial femenil iba a llevar a un par de señores a sentir sudores fríos por andar a moer por fóra, que diría Shi-Chan cuando sus mujeres estaban esperando un bebé y a otro a salir corriendo de la redacción de un medio manifiestamente progre hasta desaparecer en la selva como un villano de Marvel. El efecto mariposa, Olga Carmona marca el gol del triunfo y obtiene su peso en croquetas, Peio se pone la capa de invisibilidad y desaparece como Houdini. 
 

Moraleja: Amiga, date cuenta.  Huid de los aliades. Por lo menos los machistas se ven venir de lejos. 

Líbreme dios de los aliades que de los machistas ya me libro yo

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