Huir a la España vacía

Como relataba Yolanda Castaño, flamante Premio Nacional de Poesía, “Vivimos en el ciclo de las erofanías”, aunque más bien vivimos en el ciclo eterno de Star Wars: Imperio, República, Imperio, República, Imperio, República, y lo divertido es cuando unos u otros ganan la posición, porque a poco tiempo que pase, los del Imperio y los de la República se vuelven igual de insoportables. La Republicación del Imperio y la Imperialización de la República. Star Wars es ficción pero al final no resulta difícil ver que los cuentos de hadas no son otra cosa que metáforas fáciles para el obrero medio occidental. Lo que suele diferenciar a la República del Imperio es que los del Imperio visten mejor, son más atractivos y malvados y al final resulta que tienen peor puntería. Bueno, y que siempre tienen a un tránsfuga, como Anakin Skywalker o Ben Skywalker que le salvan el día a la República. Si eres un Skywalker tienes muchas posibilidades de cambiar de opinión, como Perrosanxe, y que encima te aplaudan. 


Vivimos en el ciclo FachaRojo desde hace muchos años en estenuestropaís. Ahora ya no eres equidistante, ahora para mantener la salud mental lo mejor que puedes hacer es comprar (u okupar) una casa en la España Vacía, que es como vivir en Tatooine o en Dagobah, (o como ser escritora de Anagrama) hacerte con provisiones, un sable de luz, el Emule y que no haya drones cerca de la policía que te vean atar al perro a la salida del colmado del poblado, caballero, caballero, el perrillo. Cultivar un huerto, sentarte en el porche con un Winchester, poner trampas en el bosque y hacer tu propia sidra del manzano de un vecino fodechincho. Es eso o tener que aguantar diez intentos de investiduras de Bertiño, él siempre tan limpio y abnegado como un científico del Imperio, las aventuras de Óscar Puente, nuestro Han Solo en el Congreso y nuestro Jar Jar en el AVE, las cachetadas a Almeida (esa manía de darnos a los bajitos en Star Wars lo solucionaron los Ewoks), los dramas de las chicas de la tarta, que van a uno por semana, o a uno por día, como C3PO…


Es todo un ciclo sin fin de desatinos galácticos en Estenuestropaís. Mientras en el Congreso miran el móvil, calcetan, CandyCrashean o fallan a la hora de darle a uno de los tres botones, nuestra senadora de la República favorita se pasea por Prada después de pasearse con el cohete, un crío ha apuñalado a alumnos y profesores, tienes que limpiar con zumo de limón las aceras (eso tiene pinta de ser idea de Fernando Simón I el desaparecido), un señor se ha muerto corneado por un toro, un toro ha agonizado mientras unos desalmados sádicos le hacían mil barbaridades- pero no dejes al perro fuera mientras pillas la barra de pan-y a nadie pareció importarle, más jóvenes violando crías de 13 años y la desmantelización sistemática del estado del bienestar que hace un par de años era la panacea del programa electoral y ahora, de pronto, tu estado del bienestar es el egoísmo más terrible y tú eres un paria okupando el planeta con tu calefacción maligna, tu vuelo con el bolso debajo del asiento y tu coche de obrero que parece diseñado por Albert Speer. 


Lo dicho. La única forma de romper el ciclo es huir. O que algún ministerio te ofrezca una beca en Roma por escribir un libro sobre una señora que se aburre en el matrimonio. Ahí ya me lo empezaría a pensar. 

Huir a la España vacía

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