¿Democracia? ¡Anda ya!

No podíamos imaginar hasta donde podía caer nuestra democracia, su degradación ha superado todas las líneas rojas para estupefacción de la ciudadanía. Tenemos que aceptar las reglas de juego, sin duda, pero me temo que solo las respetamos los ciudadanos votando cada cuatro años y resignándonos a lo que los políticos hacen con nuestros votos durante, al menos, una legislatura. La primera cuestión de dudoso origen democrático es una ley electoral que valora de distinta manera el voto de los españoles, por eso, fuerzas políticas con 300.000 votos pueden obtener 6 o 7 escaños y otras con más de un millón de votos se quedan con 3 o 4 escaños. Es una ley que premia a nacionalistas y separatistas y castiga a las fuerzas de ámbito nacional, entiendo que fue una cesión a los partidos soberanistas en la redacción de la constitución para tenerlos tranquilos, pero lo cierto es que la factura que estamos pagando es inaceptable. Un partido con 7 escaños tiene secuestrado al gobierno de la nación y lo chantajea cada día a costa del resto de España. Con este hándicap vamos a votar, pero nuestros votos pierden su valor una vez depositados en urna. Se ha sustituido la voluntad de los españoles por lo que han dado en llamar “aritmética parlamentaria” lo que viene a significar que una vez que tienen sus escaños, buscan alianzas y acuerdos cuyo resultado es un gobierno “Frankenstein” que no respeta la decisión de la ciudadanía. Además, cuando votamos lo hacemos con la información de un programa electoral que se traiciona con toda normalidad de tal suerte que donde dijeron “digo” ahora dicen “Diego” y sus compromisos electorales se cambian y se traicionan para acomodarlos a los intereses de los partidos. Nadie se cree que si Sánchez hubiera dicho que pactaría con Bildu o que se entregaría a Puigdemont hubiera recaudado los votos que consiguió mintiendo al cuerpo electoral. Tampoco nos ofrecen listas abiertas para elegir a nuestros representantes, presentan listas cerradas en las que incluyen a quien quieren y como quieren, un trágala de libro que da poder a las cúpulas que elaboran las listas para colocar a quien ellos quieren, que no los ciudadanos, pero cuando tragamos con todo esto pues tampoco vale. Acabamos de ver como en Badajoz el secretario general del Psoe extremeño trazó un plan para ser “aforado” ante su inminente presencia ante el juez por varios delitos. El plan consistió en hacer dimitir a una diputada socialista para que Gallardo obtuviera su acta de diputado y así ser aforado. No era suficiente, hasta cuatro miembros de aquella lista electoral que antecedían al tal Gallardo fueron obligados a renunciar a su derecho al acta para facilitar el camino al jefe de los socialistas extremeños. La estafa es grandiosa, los extremeños que votaron una lista cerrada ven como su voto no valía para nada, Gallardo ya tiene su acta y su aforamiento y los ciudadanos vemos como se manosea la democracia y la voluntad popular para poner al servicio de una persona todo el sistema democrático. Parece excesivo, sí, pero es real, todo al margen de los ciudadanos y sin capacidad alguna de respuesta. Así las cosas, todavía hay quien se pregunta por qué los ciudadanos se alejan de la política ¡los echan! créanme si les digo que tanto manoseo vergonzante del sistema democrático no es gratis, tiene consecuencias y la pérdida de calidad democrática es la primera de ellas, pero no la única. Si no podemos hablar, si no se respeta el voto, si se traicionan los compromisos, si se normaliza la mentira, si al arma política es el insulto, si todo esto ocurre, y ocurre, no podemos llamar democracia a lo que estamos sufriendo. Es urgente que se convoquen elecciones y se nos de la palabra a los ciudadanos, hasta entonces, nuestra democracia está secuestrada.

¿Democracia? ¡Anda ya!

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