De corbata

Tenía muy pocos años cuando aprendí a hacerme el nudo de la corbata, de una y dos vueltas. Durante años de mi educación era obligatoria utilizar esta prenda tan poco útil y que, según todas las referencias, se dice que la usaban los guerreros croatas para secarse el sudor.
 

Como periodista debo de señalar que en una ocasión un alcalde de Santiago me recordó que para ir al contacto diario que mantenía con nosotros en su despacho -en aquellas épocas los profesionales de la información que trabajábamos en la calle se contaban con los dedos de las manos, y me sobraban- era necesario utilizar la corbata. 
 

Ahí comenzó mi uso habitual de esa prenda de vestir que parece que te está apretando la garganta y que te produce una limitación de movimientos.
 

Cuento estas cosas porque hace unos días el actual presidente del Gobierno de España, que incluye también a los independentistas que él tanto defiende buscando sus votos, se presentó ante los medios de comunicación sin esta prenda de vestir. Y por toda respuesta a su forma descamisada se le ocurrió otra de sus magníficas “ideas”: al no usar la corbata podríamos reducir el consumo energético en forma de aire acondicionado. Disiento en totalidad del jefe del ejecutivo español ya que si una persona tiene calor lo tiene tanto cuando lleva corbata como cuando no la lleva. Y además no se nos puede pedir a los españoles que ahorremos energía cuando él, después de la rueda de prensa, utilizó un helicóptero del ejército para hacer un desplazamiento que se podría haber realizado en automóvil y a un costo mucho más bajo…
 

Cuando escuché la noticia a través de un medio de comunicación sonoro pensé que se trataba de una de esas falsas fake news que en mis épocas se llamaban serpientes del verano. Pero no.
De corbata, en toda la acepción de la expresión coloquial, nos los está poniendo Pedro Sánchez con los problemas económicos -IPC disparado- por los que atravesamos sin que su Gobierno ponga soluciones adecuadas y que lo único que hacen es implementar los impuestos, tanto a los moradores de base como a los empresarios, los que de verdad generan empleo.
 

La corbata no puede ser la solución. La realidad es su permanente falta de credibilidad y de toma de decisiones. De corbata, por desgracia, nos los va a seguir poniendo Y perdonen por mi expresión tan coloquial y realista.

De corbata

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