Abajofirmantes

Vamos de campaña electoral en campaña electoral como la ardilla que recorría España de árbol en árbol, sin pararnos un segundo. Algo así como los pasos de cebra en Coruña, que cada día se extienden más y más, como aquellas habitaciones malignas en “La casa de hojas” (un libro de Danielewski que recomiendo si les gustan los libros raros) hasta que ya no exista el asfalto y solo rayas, círculos, colores, rayuelas y mariolas a través de las cuales los coruñeses alcanzaremos un cierto estado de nirvana sin necesidad de ayahuasca. 
 

De campaña en campaña, cómo iba diciendo,  que los pasos de cebra los carga el diablo y aparecen todos los clichés de todas las campañas anteriores pero también cosas nuevas: Las promesas. Esta vez toca promesas a los jóvenes. Promesas en forma de dinero, mucho dinero. Ni más ni menos que Sumar quiere que sumen 20.000 los que cumplan 18 años ahora pero más adelante (soy rubia, no sé hacer las cuentas) pero también 200 euros a otros jóvenes que no sé si son los mismos o son otros, pero empiezo a sentirme joven sentida del sentimiento sentimental, que hoy en día es lo importante, y espero que si gana Yolanda mi cuenta corriente Sume como si fuera una postadolescente entregada y dispuesta incluso a volver a la Universidad de Santiago a estudiar el doctorado sobre las iglesias neoclásicas en Ferrol. Pero va a ser que no, porque la gente de cierta edad estamos en el Limbo del dinero, ni somos jóvenes con ganas de ir a Praga de Paso del Ecuador (¿eso sigue existiendo?) ni jubilados con ansias de gastar los últimos cartuchos del amor en Benidorm. 
 

Con las campañas electorales aparecen también los “abajofirmantes”. Creo que alguna vez han salido por aquí. Los “abajofirmantes” suelen ser actores, escritores, directores de cine, Serrat (adoro a Serrat, siempre creo que está retirado pero consulto los nombres de los abajofirmantes y sale por ahí, en plena forma), dos funcionarios de Hacienda, tres sindicalistas, un profesor jubilado con una historia épica en la Guerra Civil y una feminista combativa. Esta vez tocó un frente común contra la censura. En realidad la censura siempre está presente en esta nuestra sociedad, lo que pasa es que unos y otros la ejercen en función del poder que ostentan. Un ejemplo era en los tiempos del Covid (esto ya da para título de novela de realismo mágico, que es como decir fantasía pero más en serio) cuando Bosé decía lo que le venía en gana cuando le venía en gana y fue censurado y cancelado en el nombre de la ciencia, el terraplanismo y fundamentalmente cancelado para salvarnos. Ahora los de VOX han cancelado una versión teatral del “Orlando” de la Woolf para salvar a los niños de la perversión perversa. El asunto es salvarnos, que nosotros no sabemos. Como todo es un sinvivir, veo ojiplática en la cuenta de las Juventudes Socialistas la foto de unos preservativos con la cara de nuestro presidente del gobierno y no, no es broma, el lema político es “Cómete este bizcochito”, y a mí sin querer me ha venido a la cabeza aquella cámara de fotos de plástico de cuando era niña a la que le salía disparada una cara de payaso de objetivo. “Pedro, vaia paquete” es el lema de las juventudes del PSdeG. Y los de Nuevas Generaciones (que siempre suelen salir en la tele con unos 30 años) quieren dar tickets para cubatas baratos en discotecas.  Como yo también albergo dentro de mí una gran censuradora, con cosas así de absurdas siempre pienso en llegar al poder y prohibir las juventudes de cualquier partido. 
 

Ojalá los políticos se dedicaran a las cosas del comer, que son las fundamentales, y se dejaran de meter las manos en todo lo demás. Pero eso es difícil y por lo visto es mucho mejor censurar cosas y pedir mucho dinero a Europa para llenarlo todo de pasos de cebra. En fin, las elecciones se acercan otra vez y yo, esperando de forma infructuosa que alguien me quiera dar 20000 euros, como siempre, votaré al que le pida a Mads Mikkelsen que se case conmigo en el programa electoral.

Abajofirmantes

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