Un refugio en Leópolis acoge a los animales rescatados del frente ucraniano

Un refugio en Leópolis acoge a los animales rescatados del frente ucraniano
Orest Zalipskii ante una pancarta en la que pone "Los animales son como nosotros"/EFE/Rostyslav Averchuk

Desde que comenzó la guerra en Ucrania, el Hogar para Animales Rescatados en Leópolis ha ayudado a salvar a más de cuatro mil atrapados en la zona de combate y su equipo ha protagonizado misiones de riesgo en el frente.

 

El sonido de ladridos ansiosos y 50 pares de ojos esperanzados reciben al visitante que acude a la zona donde viven los perros, cuyos recintos fueron construidos de la noche a la mañana por el equipo del refugio para albergar a las mascotas que llegaban de las áreas de conflicto.

 

Orest Zalipski, director del Hogar para Animales Rescatados, explica a Efe que antes de la invasión rusa el centro estaba especializado en el cuidado de animales exóticos y salvajes.

 

Acogía a zorros rescatados de centros ilegales de entrenamiento de cazadores, a cigüeñas heridas y a mapaches cuyos amos los entregaban al darse cuenta de que no era posible mantenerlos en un apartamento.

 

Sin embargo, cuando las bombas rusas comenzaron a llover sobre Kiev, Járkov (norte) y Dnipro (centro), Zalipski empezó a recibir llamadas de personas que no podían llevarse a sus mascotas al extranjero o a los refugios provisionales instalados en escuelas o polideportivos.

 

"Ésta es Galia", dice, mientras presenta a un águila de cola blanca que llegó desde Járkov en los primeros días de la invasión.

 

"Sus amos la usaban para hacer negocio y cobraban a personas en zonas turísticas por hacerse fotos con ella. Cuando todo se puso patas arriba en febrero, nos la mandaron en tren atravesando toda Ucrania," recuerda.

 

Perros refugio Leopolis Ucrania
Perros en este refugio/EFE/Rostyslav Averchuk
 

No obstante, estaba claro que no todos los animales podían ser transportados de esta forma y que, a pesar de que la mayoría de personas no dejó atrás a sus mascotas, el número de las que fueron abandonadas se contaba por miles.

 

Así, Zalipski decidió viajar al frente para salvar a todas las que pudiera. Junto con su equipo y con varios amigos polacos, condujo cinco veces hasta Irpin, al norte de Kiev, y hasta las ciudades de Járkov y Donetsk.

 

"Lo que vimos en algunos lugares fueron ciudades muertas en las que no quedaba un alma, más allá de perros y gatos callejeros. Nos llevamos a todos los que pudimos," relata.

 

Zalipski muestra un lemur y varios monos y papagayos procedentes de un zoo cerca de Járkov, a pocos kilómetros de las tropas rusas. "Estaban en buenas condiciones, pero era demasiado arriesgado que se quedaran allí," dice.

 

La misión de rescate también puso en riesgo a su equipo. Al día siguiente de que se los llevaran, la artillería rusa mató en ese lugar a un voluntario de 14 años, afirma, y agrega que, durante el tiempo en que permanecieron en el zoo, antes de ser desplazados por una contraofensiva ucraniana, los rusos se comieron a varios animales.

 

En vista de lo que dejan atrás, muchas de las más de 4.000 mascotas que han pasado por el refugio sufren ansiedad.

 

"Algunos perros son agresivos, algunos intentan escapar cada vez que oyen truenos porque les recuerdan los bombardeos", explica Zalipski, cuyo equipo proporciona tratamiento veterinario y cuidado a los animales y trata de encontrarles nuevos hogares lo antes posible.

 

También se encargan de preparar los documentos para los animales que serán transportados al extranjero, normalmente a Polonia, aunque el director del centro menciona que una reserva natural española se ha hecho cargo de una pareja de lobos.

 

Las opciones son, sin embargo, limitadas, ya que pocas personas pueden permitirse adoptar mascotas en el contexto de la guerra, aunque todos los días acuden voluntarios, muchos de los cuales han huido también de la zona del frente.

 

Mientras concluye la visita, Viktoriia, una joven sonriente, se lleva a un perro a dar un paseo y explica que su pitbull, de 13 años, murió después de que su familia huyera de los bombardeos de Mikoláiv, al sur del país.

 

Cuando regrese, espera hacerse con otro, afirma, pero mientras tanto intenta ayudar a los perros del refugio. "Igual que todos nosotros, necesitan amor," afirma. 

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