Estrellas de la piscina

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Han pasado más de 24 horas y seguimos en trance. En la segunda jornada de natación se disputaron cuatro finales y se batieron tres récords del mundo: Sarah Sjöström, en los 100 metros mariposa, Adam Peaty, en los 100m braza, y Katie Ledecky, en los 400m libre. ¡Pim, pam, pum! Aún hubo más. La lucha por las medallas en el relevo 4x100m libre masculino nos regaló el regreso de Michael Phelps a la piscina. Nadó la segunda posta y su concurso fue clave en la victoria de Estados Unidos. Ni la diferencia horaria con Río, ni la discreta participación española, nada evitó una madrugada inolvidable. Las ojeras están justificadas.
Ledecky todavía no compite con Phelps en popularidad. No tiene su aura de leyenda ni ha sumado tantas medallas. Pero a los 19 años es una máquina de récords y victorias. “¿De dónde ha salido esta chica?”, nos preguntamos cuando irrumpió en Londres con solo 15 años y se colgó el oro en los 800m libre.
Desde que apareció no ha dejado de rebajar sus marcas y de acaparar triunfos. Nadie le tose en el fondo, nada contra sí misma, contra la raya amarilla que aparece sobreimpresionada en las televisión, esa que marca su propio récord del mundo. El lunes volvió a batirlo en los 400m libre. Paró el crono en 3:56.46, mientras sus rivales no bajaron de los cuatro minutos. Un mundo. Los expertos, entrenadores y biomecánicos no encuentran una explicación. No hay nada destacable, ni en su cuerpo, ni en su carácter. “Solo soy una chica normal”, dice la protagonista. Parece de otro planeta.
Ledecky sumó el primer oro de Estados Unidos en la piscina poco antes de que reapareciese Phelps. El deportista más laureado en la historia de los Juegos volvió tras su retirada después de Londres y los problemas con el alcohol. Su presencia no estaba prevista en el relevo de 4x100m libre y ni siquiera había participado desde 2012 en esa misma prueba. El Tiburón es de otra pasta, saltó en segunda posición por detrás del francés Fabien Gilot. Viró por detrás, pero le metió un segundo en los últimos 50 metros. Una ventaja salvaje cuando se trata de velocidad. Ryan Held y Nathan Adrian administraron el hueco y Estados Unidos (3:09.92) reconquistó el título que había perdido ante Francia hace cuatro años. Phelps ya tiene 23 medallas olímpicas, 19 de oro.
Lejos, muy lejos, del palmarés del Tiburón se encuentra Adam Peaty. Dominador en los 100m braza, nadó como Ledecky, sin rival y por una nueva plusmarca mundial (57.13). El británico amenaza con rebajar una barrera inimaginable. El resto de los mortales tocaron la pared un segundo y medio por detrás. Una pena que Peaty no volverá a nadar hasta el relevo combinado.
En otra mágica final brilló Sarah Sjöström, reina indicustible de los 100m mariposa desde Barcelona 2013. La sueca estableció rebajó su propio tope mundial (55.48) y acabó casi un segundo por delante de la sorprendente Penny Oleksiak, de 16 años. El futuro es suyo. El presente es de Sarah, Adam, Michael y Katie. Las estrellas de la piscina. n

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