Son muchos los juegos que intentan aprovechar los elementos de azar y aleatoriedad de los rogue-like y la construcción de mazos, pero no son tantos los que llegan a buen puerto, si entendemos como buen puerto la creación de un título que no sólo cumpla un básico, sino que permita que el jugador se meta de lleno en lo que podríamos denominar como un ‘pozo de horas’.
Los españoles Atico Games van camino de conseguirlo. Camino, porque su juego, Die in the Dungeon, está todavía en acceso anticipado. Aunque esto no quiere decir, para nada, que el juego esté incompleto a estas alturas. En Atico han decidido crear un juego que de base nos puede recordar a Slay the Spire: combates por turnos, mazo, reliquias y elección de rutas para avanzar hasta los jefes de nivel.
Pero es en el primer y segundo punto donde la gente de Atico juega sus bazas. El mazo no se construye con cartas, sino que son dados, que serán los protagonistas de los combates.
Cada vez que comencemos uno, en el medio de la pantalla aparecerá un tablero sobre el que podremos realizar cada una de nuestras jugadas. ¿Y cómo las ejecutamos? Con la selección inicial de dados adjudicada a nuestro personaje, en cada turno tendremos una tirada con una selección de nuestros dados básicos. Cada uno de ellos tiene un valor de energía asignado, por lo que deberemos gestionarla bien, eligiendo qué dado usar en cada momento, disponiéndolos en el tablero.
Inicialmente, tenemos tres tipos de dados: unos para atacar, otros para defendernos y otros de mejora. Estos últimos, al colocarlos sobre el tablero, permitirán potenciar una serie de casillas del mismo, donde podremos poner nuestros dados para darles valores mayores a los que sus caras muestran.
Y a partir de aquí, todo empieza a multiplicarse. Tras determinadas batallas podremos ganar reliquias, que nos otorgarán atributos o mecánicas extra; pociones; dinero, para comprar mejoras; o incluso curas. Esas mejoras mencionadas nos permitirán dar atributos extra a los dados, como veneno, un solo uso o daño extra; pero también nos permitirán alterar los valores de sus caras. Y, a todo esto, se suman los diferentes tipos de dados que se van añadiendo a las partidas. Desde dados con más de seis caras a dados diferentes a los tres iniciales: de restauración de vida cada turno, de cura, de veneno, de mejora de una casilla del tablero, de dinero, de energía... escoger entre unos y otros nos permitirá crear las sinergias que cada partida precise.
Y el tablero también ‘evolucionará’. Al principio, todas las casillas estarán disponibles para que ubiquemos los dados a nuestro antojo.
Pero, en cuanto vayamos avanzando y derrotando rivales, estos también influirán en cómo usar el tablero. Habrá quienes inutilicen casillas, otros que harán que alguno de los espacios reduzca los atributos del dado que posicionemos en él. Y también existen enemigos que afectan al tablero de juego de otro modo, haciendo que ubicar un dado en una casilla determinada pueda afectar positivamente al enemigo (más bloqueo, más ataque...) o negativamente al jugador (daño, reducción de atributos...).
De este modo, Die in the Dungeon juega con mecánicas de sobra conocidas, con pequeñas variaciones de base que lo convierten en un gran atractivo a tener en cuenta.