El narcotráfico prosperó en las calles coruñesas en los últimos años

“Dame un pollo”. Esta frase parece inocente, pero todo depende de donde se escuche: si en una carnicería o en coche apostado en una esquina, un bar o en un portal de una calle cualquiera. En este último caso, lo que el cliente está pidiendo es algo menos de un gramo heroína. En las calles coruñesas, donde esta sustancia ha vuelto con fuerza en los últimos tres años, esta frase se escucha cada vez más. Pero, según las estadísticas del Ministerio de Interior, en ese mismo período tiempo el número de infracciones de narcotráfico descendió un 56%, pasando de 41 a solo 18.

Son muchos los vecinos que denuncian trapicheos en sus barrios. No solo a la Policía Nacional, sino a otras instituciones como el Ayuntamiento. También asociaciones de ayuda al toxicómano ha dado la voz de alarma sobre el fenómeno, como la Asociación Ciudadana de Lucha Contra la Drogada (Aclad), el colectivo Moucho o la asociación Antonio Noche, cuya presidenta, Rosa Otero, confesaba hace ya casi un año “sentirse asustada”. Para muchos, incluidos agentes que luchan contra el narcotráfico, se está viviendo un regresos a los 80, con cada vez más consumidores de heroína en la calle, aunque otros consideran que no se ha llegado a este punto. El motivo de que la heroína se haya vuelto a popularizar no es otro que su bajo precio en relación con su principal competidora: la cocaína. 

Desde Portugal 
“Un gramo de coca se compra por  60 euros –explica un agente–. El kilo se compra por entre 26.000 y 32.000 euros. Todo depende de como esté la oferta y si está cortada. Un kilo con una pureza del 80% te cuesta 30.000 euros”. En cambio, el kilo de heroína ronda los 19.000 a 20.000 euros. “Es la droga de los pobres. No verás a un millonario que esté enganchado a eso”, comentan las mismas fuentes. Esta sustancia entra en Galicia desde Portugal por el bajo Miño y es en el sur donde se han notado más sus efectos.
“En la zona de Pontevedra se siguen picando pero aquí la fuman”, comenta un agente: un trozo de papel de plata, un poco de agua destilada y un mechero bastan para meterse una dosis, aunque eso no quiere decir que no haya consumidores que recurran a la hipodérmica porque, inyectado, este opiáceo tiene efectos más potentes. 

Puntos negros 
Sea heroína o cocaína, los que se dedican al menudeo actúan desde pisos o se citan con sus clientes en bares, lugares de copas o en coches. En algunos casos cuando la cantidad es relativamente importante, incluso acuden a domicilio, siempre con clientes de confianza. Pero muchos hacen de sus propios domicilios el epicentro de su radio de acción. ”Tiene sentido policialmente atacar estos puntos –comenta un experto en narcotráfico–. El problema es que no existen suficientes medios humanos:   tanto la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional como el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidrogas (EDOA) de la Guardia Civil se hallan al máximo de su capacidad 

Ante esta situación, los agentes tienen que escoger sus objetivos con cuidado “porque a lo mejor, con el mismo esfuerzo, consigues una condena como Dios manda y no solo una infracción por tenencia ilícita de drogas”. 

Para conseguir entrar en un domicilio donde los vecinos saben desde hace años que se trafica con drogas, es necesario redactar un informe, fundamentarlo y llevarlo ante un juez para autorice la orden. Lleva semanas, y una investigación previa operativa.
Zonas marginales
La mayor parte de los puntos de venta de droga se hallan en pisos de cualquie barrio de la ciudad pero otros se encuentran en lugares marginales, como las viviendas de San José o el poblado de As Rañas, donde los sospechosos son de etnia gitana y es más difícil actuar. Lo mismo ocurre en algún punto de Monte Alto. “Son todos marginales, forman un núcleo muy cerrado, casi no usan los teléfonos, lo que dificulta los ‘pinchazos’ y por eso cuesta más trabajo”, señala el experto policial.

En los puntos donde se vende heroína, los efectos son más visibles por el deterioro de los consumidores. Los vecinos denuncian el “desfile de zombis” que tiene lugar varias veces al día por su calle, como ocurrió en la Segunda Fase de Elviña, en un piso que la Policía Local consiguió cerrar. Aún así, queda otro punto negro en el barrio. 

Muchos de estos lugares subsisten desde hace años a pesar de las denuncias pero en algunos casos, vecinos y comerciantes han venido notando un repunte durante el último año. Una vecina de la Sagrada Familia señalaba al alcalde, el año pasado, sobre un punto negro en al calle Tornos: “No sé si somos conscientes de que ha vuelto. Estos problemas de drogas  derivan en un problema de inseguridad. A mi madre la atracaron, y la atracó una persona con un problema de drogas”.

Droga de diseño en O Castrillón 
La vuelta de la heroína no es la única novedad en el mercado de las drogas coruñés. En octubre del año pasado, por primera vez en A Coruña, la Guardia Civil se incautó en un piso de O Castrillón  de una importante cantidad de la droga llamada MDMA o metanfetamina: fueron 400 gramos, lo que podría indicar un nuevo mercado en expansión con fuerte influencia americana. 

“El consumo de drogas es cultural, como todo. Se sigue consumiendo más la cocaína, el hachís y la heroína, pero también aparecen nuevas drogas”, explica un experto.  
Son sobre todos los más jóvenes los que se siente atraídos por el consumo de estas nuevas sustancias porque están más expuestos a la influencia cultural de series policíacas donde la “meta” es la protagonista. No es la primera vez que la Guardia Civil se hace con MDMA. 

“Salida tiene, pero no está generalizado el consumo, y normalmente viene de Holanda”, señalan. Una droga nueva pero   minoritaria comparada con el hachís, que sigue siendo la preferida de los jóvenes. De momento.