Los cañonazos de María Pita y Drake despejan las nubes de la ensenada del Orzán

Los cañonazos de María Pita y Drake despejan las nubes de la ensenada del Orzán
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La cosa pintaba mal unas tres horas antes. Casi tan mal, seguramente, como pensaban los coruñeses de la época de María Pita cuando veían aproximarse las naves de Francis Drake. Pero igual que entonces, no finalizó la cosa tan mal como podía parecer. La Batalla Naval volvió a resonar desde la ensenada del Orzán hasta toda la ciudad pese a la intensa lluvia y la densa niebla que desde media tarde amenazó el gran espectáculo pirotécnico de las fiestas. Así, miles de personas disfrutaron de la batalla metafórica que surcó el cielo desde diversos puntos de la ciudad, de los Surfistas al monte de San Pedro y del Matadero a la Torre de Hércules. Y sí, de nuevo venció A Coruña.

La “guerra” náutica creada por la empresa ourensana Xaraiva tuvo al color rojo como su mayor protagonista. Un rojo que simbolizó la sangre derramada en el enfrentamiento entre los coruñeses  con honra que siguieron a María Pita y los soldados británicos bajo las órdenes de Francis Drake y también el fuego que desató la batalla a cañonazos por el control de la ciudad.

Cruzaron el mar, de las Esclavas a la finca de los Mariño, ida y vuelta, multitud de metafóricos cañonazos que llenaron de colores el agua y se reflejaron en los edificios de la zona. Y con una importante carga sonora, intentando recrear la épica batalla de 1589 y los sonidos de los disparos que más que seguramente recorrieron todas las calles coruñesas.

En los aproximadamente 18 minutos de fuegos –más de 5.000 lanzamientos en total– se pudo ver también un gran jardín luminoso, lleno de lirios, hortensias, crisantemos o dalias. También nuevas figuras geométricas creadas por los artesanos pirotécnicos de Xaraiva, e incluso un gran champiñón, un fantasma o conjuntos de sauces.

También aparecieron palmeras sobre el agua –de las favoritas del público–, que llegaron hasta el cielo entre sonoros aplausos y la mirada impresionada de los espectadores, que también pudieron disfrutar de efectos digitalizados en un espectáculo creado con el novedoso equipo de diseño Fire One, según señalaron desde la pirotecnia Xaraiva.

 

Apoteósico final

Y entonces llegó el apoteósico desenlace que habían prometido los ourensanos: una traca final precedida por dos teloneras que en una descarga de luz, color y sonido hizo temblar los edificios de la fachada marítima, retumbó en el cuerpo de los asistentes y hasta hizo saltar alguna alarma de cohe. El sonido fue tan potente que llegó a los confines geográficos de la ciudad.

Fue la mejor culminación para una tarde en la que la lluvia hizo temer por la diversión de los actos festivos previstos en el programa. Sin embargo, finalmente no hubo que suspender nada y tanto la programación infantil como el concierto de la Orquesta de Cámara en la plaza de María Pita pudieron seguir adelante sin mayores problemas que los de achicar el agua que se  había acumulado en el escenario.

Los cañonazos de María Pita y Drake despejan las nubes de la ensenada del Orzán

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