Nunca llueve a gusto de todos. Es casi imposible poner de acuerdo a los hosteleros y a los vecinos para que convivan en las mejores condiciones posibles y una de las últimas quejas que se extiende por la ciudad es la falta de regulación de las terrazas de los bares y restaurantes más allá del centro. La ciudadanía demanda al Ayuntamiento que, ya que se ha puesto a limitar, trate a todos los barrios por igual y controle la expansión al suelo público en general.
Se pasee por el barrio que se pasee este verano es habitual escuchar críticas porque las obligaciones de la ordenanza de terrazas de hostelería no se expandan a toda la ciudad en vez de limitarse a la zona más céntrica.
Los efectos del “chinchetazo” impuesto por el Gobierno local de Marea Atlántica no han sido del agrado de los empresarios y mucho menos por la época en la que se impuso la medida: antes de la temporada de verano. Esto supuso numerosos gastos para un sector fundamental de la economía coruñesa pero una buena parte de la ciudadanía ha visto con buenos ojos estas actuaciones.
Tanto es así que les gustaría que se restringiese la ocupación del dominio público –fundamentalmente de las aceras– en zonas más periféricas de A Coruña. Lo dicen muchas personas a modo particular pero desde la Federación de Asociacións de Veciños da Coruña e Área Metropolitana confirman que las dificultades de los peatones para circular entre las mesas y sillas de los locales son una de las quejas más habituales que reciben. En este momento el pico podría considerarse todavía mayor porque es precisamente con el buen tiempo cuando los hosteleros intentan aprovechar el mayor espacio posible para compensar las bajas recaudaciones que van sufriendo durante todo el invierno.
Aunque esta política empresarial es comprensible, no deja de impedir la cordial compatibilidad de usos de los espacios públicos. “Cuando hablamos con las demás asociaciones es una queja habitual que hay”, afirma la presidenta de la federación, Luisa Varela.
A este respecto, cuenta que cuando tuvieron la oportunidad de reunirse con el concejal de Movilidad Sostenible –responsable del tema–, Daniel Díaz Grandío, hace unos meses le transmitieron que “hicieran cumplir la ordenanza en todos los barrios y no solo en el centro”.
Autolimitación
“Habría que regular a la fuerza porque ahora se invaden las aceras y se interrumpe el paso de sillas de ruedas, carritos de bebés e incluso de peatones”, incide Varela, que entiende que no pueden ser los propios empresarios los que se marquen sus límites. Esa circunstancia ha llevado a que ahora haya negocios muy respetuosos y cívicos y otros que abarcan todo lo que pueden sin importar la afección que estén provocando a la circulación de residentes en un barrio.
La presidenta de la federación vecinal entiende que no hay un lugar concreto que sufra esta lacra, sino que en momentos puntuales puede darse en cualquier entorno. Da igual que el establecimiento esté cerca de la zona afectada por el “chinchetazo” o se encuentre más hacia la periferia. Por ejemplo, no es raro ver a vecinos haciendo equilibrios para pasar con las bolsas de la compra.
Cuando hablaron con el edil este les dijo que atendería su solicitud pero varios meses después del encuentro para conversar sobre el asunto, no han recibido noticias al respecto. l