No es que sea más agarrada que la virgen del puño, pero Cayeta Álvarez de Toledo no parece dispuesta a pagar los 500 euros de sanción que le ha impuesto su partido por romper la disciplina de voto en la renovación de los órganos de dirección del Constitucional. La mujer asegura que ella votó como le dictó la conciencia y ha optado por llevar a su partido ante los tribunales, ya que considera anticonstitucional que se obligue a un diputado a votar de un determinado modo. Con su sueldo, es evidente que no es por los quinientos euros de la multa. Es simplemente por tocar las narices.