Los buenos profesores perduran en la memoria de generaciones de alumnos. Habrá abuelos que cuenten anécdotas sobre sus maestros a sus nietos cuando los pequeños regresen del colegio y tengan que realizar alguna tarea. Será el gancho para generar una complicidad y eso solo ocurre cuando el docente deja huella. Domingo Tabuyo es uno de ellos. Después de 31 años ejerciendo en el instituto Francisco Asorey de Cambados se jubila, pero su memoria perdurará en el tiempo en el lugar en el que más cómodo se siente, entre letras. La biblioteca del centro llevará su nombre en lo que es un homenaje más de sus compañeros hacia quien se desvivió para aportar prestigio al Asorey. Su discurso de despedida no defraudó. Se emocionó, conmovió y dejó huella. Cómo no. Gracias, profesor. Adelante, escritor.