Los futboleros españoles se han acostumbrado ya a tener que acudir a los estadios a horas intempestivas en las que puede apetecer cualquier cosa menos ver un partido. Es el precio que tienen que pagar para que las ligas puedan vender los derechos de esos encuentros al que se supone que es el mayor mercado del mundo: China. Sin embargo, los aficionados chinos se quedaron este fin de semana sin su dosis habitual de balompié. La culpa la tiene la guerra y las manifestaciones de apoyo a Ucrania. Parece que al Gobierno chino ese apoyo le parece muy peligroso.