Los vecinos de grupo de viviendas de Labañou están molestos por la significativa cantidad de sintecho que se han instalado alrededor de sus casas. Se quejan de peleas y escándalos, de hombres borrachos que defecan y orinan en las calles, con el consiguiente olor en pleno verano. Y quieren que las autoridades tomen medidas. “Hay seis, doce, hasta 50 ha llegado a haber. Aquí montan el campamento”, denuncia un jubilado.
En realidad, esta zona de Labañou ha recibido esta clase de visitantes desde la apertura de la nueva sede de Padre Rubinos en la ronda de Outeiro, allá por septiembre de 2014, tras abandonar su antiguo local en la avenida de Labañou. Estos usuarios del comedor pasan el día vagabundeando en los espacios públicos, en la zona comprendida entre Padre Rubinos y el centro cívico del barrio. A menudo están ebrios, lo que ayuda a que estallen peleas, se hablan a gritos, escuchan música con volumen alto empleando el wifi del vecino centro cívico. “Las mujeres no pueden pasear con los perros; no se respetan ni entre ellos”, dice el jubilado, que asegura que la suciedad que generan atrae nubes de moscas.
No es la primera vez que los vecinos se quejan de problemas relacionados con los sintecho y la Policía ha tenido que acudir en alguna ocasión en respuesta a una llamada que alertaba de un delito. Desde la asociación de vecinos de Labañou reconocen que “existe un problema no barrio”. “Estamos traballando co Concello no tema”, añaden. Aseguran que han mantenido una reunión con la Concejalía de Seguridad Ciudadana y esperan mantener otra. Pero también les preocupa la imagen que pueda generar el barrio. “Hai algo de inseguridade, pero o Concello ten que facer traballo social”, comentan.
Una de estas entidades que realiza trabajo social, Poten100mos, explica que muchos duermen en la calle porque los recursos están saturados. “En concreto, Padre Rubinos tiene una lista de espera, actualmente, de dos o tres semanas”, señala Cristina de la Fuente. Eso explica que se vean tiendas de campaña, colchones y otros equipos de vivac.
Además, aunque tradicionalmente la gente con escasos recursos solucionaba el problema del alojamiento alquilando una habitación en cualquier lugar, la subida imparable del precio de la vivienda convierte esta opción en cada vez más inasequible. “Muchos tendrán que dormir fuera y se quedarán alrededor de Padre Rubinos para comer”, explica De la Fuente, que opina que hoy en día sería necesario un albergue de las mismas dimensiones para cubrir las necesidades.
Pero no hay perspectivas que esto ocurra y, mientras tanto, los indigentes generan molestias para los vecinos de esta zona de Labañou, muchos de ellos gente de avanzada edad que sienten que han invadido sus calles: “Se creen los reyes del mambo”.