El urban style reinventa el concepto de barbería tradicional

El urban style reinventa el concepto de barbería tradicional
Carlos, Álex y Martín, trabajadores de Barber&Tatoo LaSal | martín regueiro

La galería de los horrores en la que muchos convertimos el corte de nuestro propio cabello durante la pandemia evidenció hasta qué punto era esencial una actividad que acabó siendo reconocida como tal a partir del 4 de mayo del 2020, en la fase 0 de la desescalada. Hoy, apenas dos años más tarde, A Coruña es una más de esas ciudades en cuyos barrios la apertura de peluquerías, barberías y demás elementos de la familia del cuidado capilar superan incluso a los de hostelería. No obstante, muchos han reinventado el concepto tradicional y ofrecen servicios complementarios.


Y es que cuando pasamos por una poco o nada se parece a aquella silla de tortura, semejante a la del dentista, por la que pasamos cuando éramos niños. Todo lo demás sí evoca lo vintage, desde los clásicos rótulos giratorios tricolor de las películas americanas a la estética años 20 de muchas empleados. Sin saberlo, estamos dentro de un centro de estética, algo que ni en nuestras peores pesadillas antes de Instagram hubiésemos imaginado: los hipsters tienen barberías propias donde cuidar su barba cual abrigo de visón. Las influenciadas por Rosalía pueden aumentar sus uñas hasta desafiar la gravedad, mientras que, en el caso de A Coruña, la palma se la llevan aquellos locales donde no solamente podemos marcarnos el pelo como queramos, sino grabarnos el cuerpo con un tatuador profesional en el mismo servicio.  

 


Reflejo de la sociedad

 

Según datos de la Consultora Internacional Dalia, el 38 por ciento de la población mundial tiene algún tatuaje, un índice mayor en España, el sexto país del mundo esa lista y uno de los pioneros en la formación de tatuadores. Precisamente, esa profesionalidad es el reclamo de los nuevos negocios de barbería de servicios integrados.


Lejos queda ya el carácter singular del pionero Atkison, en los años 90, y que ahora comparte público y servicios con cinco locales más. El nombre de todos podría formar parte de la discografía de un rapero de Compton: The Golden Tatoo Barber, NY Barbershop, Old Glories o Barber&Tatoo LaSal. Más enxebre resulta el Barbería Lume elegido por José Rivas para apostar hace un año, cuando tenía 36, por ese concepto en la calle Ponte. “Son dos actividades que casan bien por el contexto y el estilo”, asegura el barbero, que no se atreve a dibujar un cliente tipo, sino un gusto semejante. “Los clientes son de todos los perfiles, pero sí es más ligado a un joven alternativo ligado a la estética urbana. No hablo de hombre, sino de una estética más masculina”, afirma.


El mismo paso, hace dos años, lo dio Pablo Velo en la calle Manuel Murguía, donde abrió LaSal como solución a una demanda y a un nuevo hábito de consumo. “Ahora la gente se cuida más, hace años las peluquerías eran sobre todo de mujeres, pero el cliente es cada vez más exigente”, explica el joven empresario. “No es como abrir un bar, pero también se trata de fidelizar a un cliente, al final no se trata solo de cortar bien”, añade Velo, que cifra en una vez a la semana la frecuencia con la que sus clientes acuden a cortar, o más bien retocar, su corte.


Este nuevo segmento de negocio es, además, una salida profesional para muchos jóvenes, tanto a la hora de emplearse como de emprender. “Una peluquería puedes abrirla sin formación, pero de tres amigos que estudiamos juntos uno tiene La Mano Negra, otro Old Glories y yo LaSal”, recuerda Pablo, de 29 años y que ahora ya mira a la micropigmentación o tatuaje capilar como un nuevo melón a abrir. “Todo tarda un poco más en A Coruña”, avisa. 

El urban style reinventa el concepto de barbería tradicional

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