Tres noches con el Alma al aire

Tres noches con el Alma al aire

Veinticinco años después de la histeria de Más, las carpetas de instituto forradas o los desmayos colectivos por culpa de un Corazón Partío, Alejandro Sanz sigue demostrando la fuerza del corazón entre su legión de fans. Solamente así se entiende la fidelidad y el esfuerzo de Tere Mata, Cristina Álvarez y Rebeca da Cruz, que desde el pasado martes pernoctan a las puertas del Coliseum para ser las primeras en entrar y conseguir instalarse en la primerísima primera fila del artista madrileño en el concierto de mañana.


Sus tres tiendas de campaña en la puerta 7 les garantizan el éxito y una experiencia como nadie la ve. “Decidimos madrugar tanto e instalarnos aquí porque queremos verlo lo más cerca posible, y la única forma de estar a pie de micro es esta”, comenta Cris. “Aunque nuestra entrada es la más cara -alrededor de los cien euros-, la que te asegura estar delante, queremos colocarnos donde él más tiempo pasa durante la actuación”, añade.


Lo suyo no es el amor adolescente de ídolo pop, sino que han sido tan felices con Alejandro durante prácticamente toda su carrera. De hecho, el mérito está en mantener intacta la ilusión del primer día. El de A Coruña será el tercer momento de la gira: Estuvieron en el Wanda Metropolitano de Madrid el pasado día 4 y en el José Zorrilla de Valladolid el 18. 


Después de A Coruña, donde Tere vive y trabaja, Cris emprenderá rumbo a Bilbao para continuar su experiencia. No es lo mismo un concierto que otro, afirma: “Lo seguimos en todas las giras, nos movemos por toda España, vamos al hotel donde se aloja y al sitio donde ensaya. Nos hemos hecho fotos de cerca, hemos estado con él, nos conoce y sabe quiénes somos: Sus fans desde hace treinta años”.


Además de la pasión por Alejandro Sanz a las tres les une, además, la solidaridad: a Tere nadie le quitará su sitio, a pesar de que tiene que alternar la acampada con los turnos en su trabajo. Se lo guardan las que no son sus rivales, sino sus compañeras. Eso sí, a los que vengan, advierten: “Que no se les ocurra siquiera intentar colarse”.

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