El susto de una familia coruñesa en Manzaneda: "Creí que iba a ser el último día de mi vida"

Zuriñe Chaudarcas, madre de Ibai, uno de los niños del campamento desalojado, cuenta cómo se vivió desde dentro la llegada de las llamas y la suerte de haber salido ilesos de “un lugar que parecía el mismísimo infierno”
El susto de una familia coruñesa en Manzaneda: "Creí que iba a ser el último día de mi vida"
Un operativo de Bomberos de A Coruña, prestando servicio en los incendios de la provincia de Ourense | @bombeiroscoruna

”Creí que iba a ser el último día de mi vida”. Ese tan solo fue uno de los múltiples testimonios que escucharon durante su estancia en la tragedia Zuriñe Chaudarcas y Rubén Cañás, padres de Ibai, uno de los niños que el pasado 12 de agosto tuvo que ser confinado en el albergue de un campamento en Manzaneda, Ourense, tras la llegada de las llamas del incendio en el municipio de Chandrexa de Queixa. 

 

El grito lo secundó un conductor que, debido al humo y el fuego presente en la carretera, colisionó contra la ladera del monte donde se encontraban las instalaciones del campamento. En ese momento Chaudarcas y Cañás sabían que lo que estaba pasando no se iba a quedar en una simple anécdota.


Ibai Cañás ingresó como tantos otros niños a principios de agosto en el campamento organizado por la Xunta de Galicia en la estación de montaña de Manzaneda, en la provincia de Ourense. Allí, se desarrolló todo con normalidad hasta que, la llegada del humo y las llamas a la zona donde se realizaban las actividades del campamento, provocó el confinamiento de tanto niños como trabajadores en el albergue.

 

Llegada al campamento


Sus padres, Rubén y Zuriñe, pese a haber hablado el propio día del incendio a primera hora de la tarde con Ibai por teléfono y notar que todo iba bien, no dudaron en coger el coche –junto a otro padre de otro niño del campamento– e ir hasta allí cuando, horas más tarde, vieron que la cosa se estaba poniendo cada vez peor. 

 

“Nosotros no tuvimos ninguna comunicación desde allí hasta las 21.00 horas, después de tres horas llamando tanto al campamento como al 112. Fuimos unos inconscientes y unos imprudentes, pero yo lo que quería era estar con mi hijo y saber qué estaba pasando”, explica Zuriñe Chaudarcas.


A su llegada, vieron como la propia estación de montaña de Manzaneda, que era la colindante al albergue donde se quedaba su hijo, estaba totalmente calcinado. “Cogimos una ruta secundaria pensando que nos iban a dar el alto. 

 

 Le pregunté a mi hijo qué fue lo que se le pasó por la cabeza y me decía que o se iban a salvar todos o que iban a morir todos”, puntualiza Chaudarcas

 

Cuanto más nos acercábamos a los niños, más nos acercábamos al fuego. A escasos metros del albergue, solo se veía fuego y humo negro. Te ves a un minuto de tu hijo, solo ves fuego y te dicen que está todo controlado... Me dio un ataque de ansiedad”, cuenta.


Sin embargo, a los pocos minutos de que se detuvieran por la falta de visibilidad bajó una ambulancia de la montaña y, tras hablar con el personal médico, les informaron de que a escasos metros se encontraba la Guardia Civil, custodiando la residencia. 

 

“El panorama era dantesco. Mi hijo bajó con toallas húmedas en nariz y boca y allí nos obligaron a confinarnos todos dentro. Dormimos respirando humo. Le pregunté a Ibai qué fue lo que se le pasó por la cabeza y me decía que pensaba  que se iban a salvar todos o que iban a morir todos”, puntualiza la progenitora.

 

Previsión


De hecho, explica que el día anterior del confinamiento, 11 de agosto, una de las monitoras del campamento llamó al 085 para informar de que se veía fuego desde las habitaciones. “Los niños estuvieron protegidos pero no sé por qué les hicieron vivir esa situación. A salvo y sin peligro no estuvieron. Tuvieron margen de maniobra como para poder evacuarlos”. 


A la mañana siguiente, Chaudarcas cuenta que todo se controló “gracias al gran trabajo que hicieron todas las autoridades presentes” y, aunque a primera hora del día 13 ya pudieron regresar a A Coruña, confiesan que el susto y la angustia todavía permanece en su cuerpo.

El susto de una familia coruñesa en Manzaneda: "Creí que iba a ser el último día de mi vida"

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