Reportaje | Un año alejadas de su hogar en un lugar que “entiende el sufrimiento”

Reportaje | Un año alejadas de su hogar en un lugar que “entiende el sufrimiento”
De izquierda a derecha, Nataliia y Olesia Sivkova, Olena Tetenko y Hrin Halyna | Quintana

“Esto no tiene sentido”, asegura Olena Tetenko una de las muchas ucranianas que hace un año tuvo que dejar su vida atrás por la guerra y que acabó en tierras coruñesas, en su caso, ciudad que ya había visitado, porque su hija lleva diez años viviendo aquí, “tenía ganas de estar con mi hija, pero no así”.
 

Olena recuerda junto a Hrin Halyna, Nataliia Sivkova y su hija de siete años, Olesia Sivkova, como pudieron “escapar” del conflicto y como España y A Coruña las recibieron con los brazos abiertos.
 

Nataliia y Olesia salieron del país el 27 de febrero. Ella trabajaba en la biblioteca de una Universidad. Ahora vive en Arteixo, donde encontró trabajo gracias a Facebook. Se mostró sorprendida por como la recibieron, “la gente en España es muy buena”.
 

Su hija se adaptó bien al colegio, “la profesora siempre me dice ‘Olesia va muy bien con el español’”, asegura con una sonrisa, mientras detalla que la pequeña acude a multitud de actividades.


Su otro hijo tuvo la suerte de que, cuando estalló la guerra, estaba de viaje en Alemania, donde se pudo quedar y donde ahora tiene un empleo.

 

De Polonia a Corme

Halyna trabajaba en el campo de la arquitectura y la construcción. El 24 de febrero “entendí que no iba a poder trabajar más”. En aquel momento cogió un tren hacia Polonia y, desde allí, un bus que la trajo hasta Corme. Desde octubre vive en A Coruña. También tiene un hijo, que no ha podido salir de Crimea desde el 2014.


Asegura que también le sorprendió como la recibieron y la “empatía de los españoles”. “Por la Guerra Civil, tenéis los corazones más abiertos, entendéis el sufrimiento”, afirma.

 

La suerte de una hija

Olena, por su parte, era profesora de Marketing, en una suerte de Formación Profesional ucraniana. Los trámites para legalizar sus diplomas “son muchos, necesito muchos años”. Pero eso no le impide estar buscando un empleo, ya que tiene experiencia en logística, “me estoy preparando para otra profesión”.
 

Cuando comenzó la guerra, se fue a Polonia, donde vive la familia de su hermano. Se pasó varios meses allí hasta que se vino a A Coruña, donde vive su hija, y donde ya había estado en el pasado.


Las tres destacan que el clima coruñés les encanta, “en Ucrania hace mucho frío, aquí no nos hacen falta los chaquetones”, dice Nataliia riendo.

 

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Natalliia, Olesia, Olena y Halyna | Quintana

 

Sin barrera idiomática

Las cuatro hablan español, gracias tanto a actividades y cursos como a la escuela de idiomas. Además, en la asociación AGA Ucraína también promueven dos horas semanales para mejorar su comunicación en español.


Precisamente, apuntan que les ayuda colaborar con la entidad, porque así se reúnen con más personas en su misma situación, “no nos sentimos solos” y, del mismo modo, “podemos seguir escuchando ucraniano”, aun estando a miles de kilómetros.

 

Sin sentido

“No tiene sentido que en el siglo XXI una persona pueda terminar la vida de otra de esta manera”, asegura Halyna. Cuando salieron del país, “esperábamos volver pronto y que esto se acabara”, añade Olena.


Esperan volver pronto pero son conscientes de lo que les espera, “mi ciudad está destruida al 70%, es complicado volver a ver mi vida allí”, explica Halyna. 

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