La ciudad de referencia en la marcha gallega está convencida de sobrevivir a la 'fuga' de decenas de miles de clientes potenciales. Y es que, al menos durante este fin de semana, tanto los pubs como las discotecas están condenados a reinventar el modelo de negocio para lidiar con el Morriña Fest, la Feira das Marabillas, las fiestas de O Burgo y las de Arteixo. Básicamente, entre la medianoche y las 04.00 horas acogerán a los 'alternativos de chill' y, a partir de entonces, comenzará el reguero de los que quieren seguir la fiesta y aprovechar la ampliación de horario.
Según Luis Diz, presidente de Galicia de Noite y gerente del grupo Pelícano, no se trata de la situación idónea. “Las verbenas afectan a un determinado público, mayoritariamente el muy joven. El Morriña, por su parte, supuso un impulso el primer año en Riazor, con miles de personas que generaron gasto, pero desde que se desplazó al puerto el horario ha cambiado mucho y se estira hasta pasadas las 04.30 horas, lo que perjudica al ocio nocturno”, dice.
Por su parte, el hostelero Emilio Ron, de The Clab, cree los que gastan en un sitio tendrán menos capacidad para hacerlo en otro. “El poder adquisitivo se va a las entradas de conciertos y festivales”, apunta. “La salida del Morriña igual mejora algo el volumen de trabajo”, agrega.
Responsable de Quai, La Calle y Piccadilly en la avenida de La Marina, Antonio Ruiz ha decidido mantener el tardeo este fin de semana, a pesar de que es consciente de que la competencia será feroz. “La gente vendrá un poco más tarde, unas dos horas después de lo normal, pero el tardeo ha funcionado hasta ahora y queríamos seguir con él aún así este fin de semana”, confiesa. Por su parte, Alberto Boquete, presidente de los hosteleros de esa zona y propietario de La Mansión 1783 advierte: “Mucha gente de A Coruña se desplaza a otros lugares, pero también viene mucha de fuera a disfrutar de la ciudad. En la tarde nosotros funcionamos muy bien y los conciertos del puerto se viene a hacer la previa. Notas ese bajón, pero la gente vuelve después”.
Las sensaciones son muy semejantes en una zona como Orillamar, donde ni siquiera los que van más 'a su rollo' escapan de la tentación de los grandes eventos. “Se notará que empezará a subir la gente al filo de las 02.30horas, cuando acaben los conciertos y las verbenas. De todos modos, el barrio se ve más vacío en verano”, comenta Iván, propietario de O Patachim y la Pelirroja Merche. “La gente se va de festivales y verbenas casi todas las semanas”, agrega.
Finalmente, en el Orzán las impresiones son dispares. Manu, propietario del Cazuza, no se preocupa demasiado de la competencia. “ Nosotros vamos a currar de la leche, porque tenemos dos súper eventos de música electrónica y no nos influyen. Lo que más nos afecta son la Wake Up y Ortigueira”, anuncia a modo de contraprogramación particular.
Charli Pastoriza, del Tío Ovidio, considera que “lo que ganan los pubs entre semana respecto al invierno lo pierden los fines de semana por estos eventos”.