La reciente dinámica de sanciones y cierres en la hostelería y el ocio nocturno parece que marcará un antes y un después en la forma de trabajar de los locales, y también obligará a los clientes a redefinir su concepto de fiesta. Si el cierre de La Intrusa, el Folks o La Barbería, de los que informó este diario, provocaron un movimiento de protesta y el nacimiento de una asociación específica que aglutina a muchos de los afectados, otros establecimientos con un público y una propuesta semejantes han aplicado eso de ‘cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar’. Y teniendo en cuenta cuál ha sido el último bar en decir adiós, no puede existir un refrán más ajustado: algunos de los que temen seguir los pasos de La Barbería funcionaron sin música desde primera hora de la noche y sólo la conversación entre los clientes evitó que la fiesta de A Coruña se quedase ‘muda’.
Es el caso de Le Tavernier, en la avenida de La Marina, que a comienzo de año ya recibió una sanción por superar el volumen permitido en la medición de la Policía Local. La estampa alrededor de las 02.00 horas era confusa para quienes hacían cola para entrar. “No se oye nada, deben estar echando a la gente”, indicaba uno los que esperaba para acceder. Nada más lejos de la realidad. Desde hacía un buen rato, la propiedad había optado por curarse en salud y que la única melodía posible fuese el murmullo de quienes departían con una copa de por medio. Según el presidente de la Asociación de Hosteleros de La Marina, Alberto Boquete, se trata de un extremo “triste” al que se ha tenido que recurrir. “No entiendo que se trate de limitar tanto el ruido que se emite dentro de los locales, sino de controlar el que sale al exterior. Teniendo una buena insonorización no tiene sentido limitar tanto los decibelios dentro de los locales", indica el propietario de La Mansión 1783. “Sabemos que se está negociando un cambio en la normativa y esperemos que llegue lo antes posible, porque es triste que locales que no han dado un solo problema en su historia, como es La Barbería o el propio Le Tavernier, tengan que cerrar o trabajar sin música”, añade.
La Luisa, que debe su nombre a la plaza del Orzán en la que se encuentra, tomó durante el pasado viernes y sábado una medida semejante: pasó de ser uno de los pocos sitios con DJ de música electrónica en directo a no disponer de sonido ambiente. “Se vació, porque la gente allí iba a escuchar música”, relata uno de los presentes en la segunda jornada. Según indica esa misma fuente, se debe al “temor a represalias” y a sentir su continuidad amenazada.
Según Xabi Barral, que el pasado domingo anunció el cierre definitivo de La Barbería y es presidente de la Asociación para la Defensa de la Hostelería, es el primero de muchos comportamientos semejantes. “É a mellor forma de reflectir que é imposible traballar cos equipos a 75 decibelios. O volumen só dos clientes do local chega a ese punto e non se pode facer máis”, dice. “É un pouco a tendencia: a ver a quen lle toca este fin de semana. Estamos coa sensación de que ven o raposo. Estamos a peche de local por semana e non é para sentirnos tranquilos”, finaliza.
El adiós de La Barbería después de once años, adelantado por este diario en su edición digital, supuso un jarro de agua fría para la legión de seguidores de un establecimiento reconocido con un Solete Repsol o por la guía francesa Le Routard. “Nin eu nin ningún dos meus traballadores poderíamos pensar nun fin deste xeito”, confiesa su propietario, Xabi Barral. “Precisamente neste local nunca tivemos un só incidente”, añade.
El hostelero achacó su decisión a diferencias “irreconciliables” con la propiedad y a la dinámica de sanciones municipales. Al respecto apunta: “Non sei cal é a fin última da propiedade para co edificio, pero unha veciña tivo unha subida de renda inxustificada e alí continúa. Nós tivemos conversas para chegar a acordos e ao final decidiu denunciarnos para abocar ao peche”.
Barral ya se encuentra en proceso de recogida de todos los recuerdos y de planificación del futuro. “Teño unha débeda bastante importante e a ver como vou saír desta. O primeiro é solucionar o papel destes cinco traballadores. Agora mesmo, trátase de recoller o local e metelo en caixas. Seguirei vinculado á hostelería, pero non sei onde”.