El barrio del Orzán siempre se ha asociado a la vida nocturna. Pubs, discotecas y quejas vecinales por ruido o limpieza son algunos de los asuntos que más titulares copan con el paso de los años. Pero a finales de 2022 un grupo de comerciantes decidió cambiar el rumbo de lo que para muchos es su casa, conocedores de todo lo que el barrio puede ofrecer.
Así, en noviembre de ese año nació la asociación Soho Orzán con el objetivo de recuperar la idea del Soho coruñés, al estilo londinense, que había eclosionado doce años atrás. Fue en 2010 cuando el Orzán vio cómo había un auge de aperturas, lo que dio paso a la semipeatonalización de la calle, a día de hoy conocida como la peatonal del Orzán.
El nuevo colectivo, formado por emprendedores de esta vía, se presentó con toda una declaración de intenciones: celebrar un mercadillo mensual para que el Orzán estuviese en el centro del mapa. Este, bajo el nombre de Feirarrúa, no solo tiñe de color la calle y sus establecimientos, sino que ha supuesto un escaparate para los pequeños autónomos que buscaban ser visibles. La presidenta de la asociación, Mónica Borrás, hace balance de la iniciativa unos días antes de su próxima edición, que tendrá lugar este sábado: “Ha servido para normalizar la zona y que no solo se hable de lo negativo y de la fiesta”.
A nivel comercial, no obstante, la lectura es variada. Por un lado, Borrás, propietaria de Ese Sitio, celebra que la ocupación de bajos no ha descendido estos años –incluso cree que ha aumentado– y, además, en caso de haber cierres, los bajos están en constante rotación y pronto son ocupados de nuevo. Por otro, es visible que el pequeño comercio es menor que las propuestas de hostelería o del sector de la belleza. “Los locales están en rotación siempre y, normalmente, cuando hay cierres, coincide que son por giros personales y no porque no compense la actividad en la zona”, dice.
La presidenta de la asociación Soho Orzán explica que lo que más se implanta en la actualidad en la peatonal “son cadenas o servicios del sector belleza, como locales de uñas o peluquerías. También hostelería”. Al pequeño comercio, reconoce, “le cuesta bastante”, pero considera que esto no es exclusivo de su zona. “Es una tendencia general y la realidad es que hay un cambio hacia el sector servicios”, comenta a este respecto.
Lo que tienen claro es que actividades como el Feirarrúa han hecho que la zona se haya reactivado: “Hay más interés, pero luchamos con el hecho de que la gente ha perdido el hábito de salir de compras”. Pero, como todo, el interés de los pequeños comerciantes u hosteleros por instalarse en la zona también está unido a la obligación de hacer frente a alquileres cada vez más altos. “Normalizas una zona y suben los precios”, sostiene Borrás, quien apunta, además, que el Orzán, en la actualidad, “es una vía de paso, como otras más conocidas como San Andrés”. Sobre esta última, relata que todavía no han notado el impacto de la humanización de la calle.
La peatonal del Orzán y calles cercanas, como la plaza Vista, son para muchos el epicentro del café de especialidad. Y es que en los últimos meses propuestas como Onda Café o Conuco Coffee Roasters han abierto sus puertas y se han convertido en iniciativas que colapsan el mismísimo algoritmo de Tik Tok. No hay ‘influencer’ que llegue a la ciudad y no acuda a uno de estos locales a probar sus productos. Pero no son las únicas aperturas recientes, y es que Nösso Kevab, en la calle Picos, o Vibra Açaí Club, ya en San Andrés, todavía están haciéndose a una zona que está en plena expansión.
Por desgracia, el Orzán también dice adiós a otros establecimientos, como es el caso de Arela, que abrió sus puertas en 2010 y, quince años después, es la única que sigue abierta desde entonces. Todavía no ha llegado la despedida, pero en la peatonal ya lo echan de menos.