Con más de un millón de seguidores en redes y miles de lectores, la escritora mallorquina Joana Marcús acaba de publicar ‘Sempiterno’, la segunda parte de una bilogía que ha supuesto un pequeño cambio de rumbo con respecto a sus anteriores novelas, de corte romántico contemporáneo. Esta semana visitó A Coruña para presentarla.
¿Cómo nace esta bilogía?
Tenía 17 años y venía de escribir unos cuantos libros de romance contemporáneo, que me gustaba mucho, los disfrutaba y te dejaban un poco esa sensación de “el mundo merece la pena”, que siempre me gusta, con los finales felices y todo eso. Pero necesitaba un cambio y me sentía que estaba creciendo, que estaba en un momento de mi vida en el que ya no me apetecían tantas historias bonitas, me apetecía algo más realista. Empecé creando a los protagonistas, que no eran personajes para gustar, tenían un toque más de mí misma, más biográfico.
¿Cuesta más empezar las historias o cerrar sagas como esta?
Creo que más cerrarlo. Sobre todo cuando es fantasía, porque hay tantos personajes, la narrativa es incluso un poco coral, tienes muchas tramas abiertas y necesitas que todas tengan un final digno. Cuando estaba en internet no le dedicaba tanto tiempo, no le daba tanta importancia. Cuando te lo encuentras siete años después y tienes que corregirlo, reescribirlo, te das cuenta de que sí, que cada trama necesita su punto final, cada personaje su arco, su redención, su parte mala, que las hay... me ha costado un poquito de trabajo, sobre todo recortar las partes sin sentido y porque me di cuenta de que igual a otras les di poca importancia, pero a nivel narrativo son importantes y he tengo que alargar.
¿Cómo ha recibido su público el cambio de registro?
La verdad es que no sabía qué esperar. Viniendo de ‘Antes de diciembre’, pensaba que querrían otro de ese estilo, otra novela de romance contemporáneo. Me arriesgué un poco con estas, que son más oscuritas, más realistas, más de fantasía... Pensé que la respuesta sería, no sé, tranquila, que habría menos gente, pero me he dado cuenta de que cuando tienes un lector, te sigue con cualquier historia. Dentro de lo que cabe, el final es un poquito ambiguo, que no es algo a lo que los tenga acostumbrados. Me ha sorprendido y les ha gustado mucho.
Lleva publicando en físico desde 2021, pero escribe desde los 13 años...
Bueno, lo que escribía en ese momento... (ríe).
Pero, ¿de dónde nace ese amor por la literatura y por querer contar historias?
Una mezcla de cosas. No me gustaba mucho leer, porque tenía dislexia y no lo sabía. Me lo diagnosticaron, me recomendaron leer y empecé a disfrutar de la literatura. Intentaba leer tantos libros que la economía no me daba (ríe). La biblioteca de mi pueblecito de Mallorca tampoco daba ya de sí. Descubrí las plataformas online, que es donde empecé a escribir y me di cuenta de que muchas de las historias que me gustaban las escribían personas de mi edad. Y me decía: “¿Por qué si ellas lo intentan no lo intentas tú también?”. Fue un desahogo, hablar de las cosas del día a día que te inquietan.
Hace poco comentaba que, pese a la buena respuesta, tenía síndrome del impostor.
Siempre lo voy a tener. Lo tengo asumido, va a vivir conmigo, pero hay peores compañías en la vida (ríe). Cuando te metes tanto en la cabeza lo de que te ha tocado a ti y no le ha tocado a una compañera que ha crecido contigo, que escribe muy buenas historias, y te planteas “por qué a mí sí y a ella no”, siempre tienes el impostor roneándote un poco la cabeza (sonríe). Soy consciente de todo lo que hay ahora, pero también soy consciente, porque lo he visto en otros casos, que todo lo que sube puede caer muy rápido.
¿Qué importancia le da a construir una relación con los lectores? Sobre todo en redes.
En mi caso, es muy importante, pero también para mí misma, porque me ayuda a tener su feedback, bueno o malo, me ayuda a tener una respuesta inmediata. Si ahora escribiera un libro para mí misma, me faltarían las opiniones de los demás.
¿Ya tiene ideas para futuras sagas?
Algo hay siempre, aquí no nos aburrimos nunca (ríe). Pero hace poco tuve un momento de reflexión vital y vi que llevo cuatro años sin vacaciones. Voy a hacer la gira de ‘Sempiterno’, pero en agosto me voy a tomar un descanso, despejar la cabeza, creo que voy a tener las ideas más claras de cara a qué quiero hacer en el futuro. Necesito darme ese espacio mental.