El Instituto Español de Oceanografía se convirtió en un buque escuela por un día

El Instituto Español de Oceanografía se convirtió en un buque escuela por un día
Los más pequeños se lo pasaron en grande | Patricia G. Fraga

Que A Coruña es una ciudad que camina sobre el mar es tan real como que éste es un completo desconocido para buena parte de sus habitantes. El Océano Atlántico subyace por debajo de una ciudad en la que el Instituto Español de Oceanografía realiza una labor determinante en el estudio de la vida marina. Más de un siglo de historia que ayer pasó a ser un poco más conocido y familiar para la ciudad, que traspasó las puertas del edificio de la zona de la Maestranza. 


Se trató principalmente de una labor divulgativa, en la que el personal científico y técnico explicó de forma próxima algunos de los aspectos de la ciencia en los océanos. En el exterior del edficio se dispuso una carpa en la que los más pequeños podían acreditarse y solicitar su carnet de investigadores. Acto seguido, uno de los profesionales explicó algunas realidades de los fondos marinos. El acuario mostró organismos como estrellas de mar, erizos y algas, junto a otros menos conocidos por unos jóvenes que interactuaron con las bromas y glosas de los profesionales. Hubo lugar para bromas y anécdotas.


Fue intensa la actividad de talleres diversos, como el de oceanografía física, que versó sobre por qué se mueven los océanos. A través de diferentes experimentos se habló de las grandes corrientes que recorren el planeta y de fenómenos locales que suceden en nuestra propia costa.


Uno de los talleres permanentes fue el de plancton, que invitaba a los participantes a construir su propia red. Los científicos explicaron la importancia que tiene en la cadena marina y lo fundamental que es a nivel global. Con lupas y microscopios los asistentes pudieron diferenciar entre especies. Lo único necesario para construir la red de plancton era una botella grande de refresco vacía y un calcetín tipo ejecutivo. Y de ahí al microscopio.


Los niños de hasta 12 años tuvieron la ocasión de paritcipar en el concurso de dibujo en honor a María Hermida, premiado con una bolsa de material didáctico basada en investigaciones del Instuto Oceanográfico Español.
Pero lo que más llamó la atención fue lo que se podía tocar, ver más allá de la foto. Las colecciones marinas de ejemplares reales recogidos por los propios investigadores del Instituto Oceanográfico Español.


Aunque hubo apertura de mañana y tarde fue durante el mediodía cuando más gente se acercó a las instalaciones, principalmente familias enteras que decidieron que, en la recta final del curso, era una buena oportunidad para tener la que probablemene fue la clase de biología más divertida del año..

El Instituto Español de Oceanografía se convirtió en un buque escuela por un día

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